Paperas
La parotiditis infecciosa, también conocida comúnmente como paperas, es un padecimiento contagioso causado por un virus que afecta las glándulas parótidas. Estas glándulas salivales se localizan a ambos lados de la cara y aproximadamente debajo de cada oreja. Cuando el paramyxovirus las infecta se inflaman y producen mucho dolor.
La manera más común de contraer el virus que causa las paperas es inhalándolo o al estar en contacto con las gotas de los fluidos que se producen al toser, hablar y estornudar de personas infectadas. Las gotas que contienen el virus de la enfermedad pueden permanecer activos durante horas después de esparcirse y depositarse en objetos o superficies. Así que, no se trata solo de darle besos al enfermo o de toserle directamente en la cara si no que, si toca algún objeto contaminado y luego se frota los ojos, se toca la boca o se pica la nariz es muy probable que se contagie.
Las paperas son una infección que puede empeorar, sobre todo en aquellas personas que no están vacunadas y en niños menores de cinco años. El número de casos e incluso la muerte de las personas contagiadas puede reducirse siempre y cuando se aplique la vacuna desde edad temprana.
Desafortunadamente los primeros signos y síntomas de las paperas no aparecen inmediatamente, ya que el periodo de incubación del virus es de entre 10 y 20 días posteriores a la exposición inicial. Se presentarán cansancio, debilidad, fiebre, falta de apetito, dolor muscular, dolor de cabeza, dificultad para tragar y pasar saliva, dolor en los oídos y dolor en las glándulas parótidas. Además de todo esto puede haber hinchazón y agrandamiento de los cachetes, pero si su hijo presenta los síntomas anteriormente mencionados y no tiene inflamadas las parótidas es indispensable que acuda al médico de cualquier forma para poder descartar otras posibles complicaciones como la encefalitis.
Debido a que las paperas son una patología de origen viral, no existe cura o terapia específica; así que el tratamiento se basa en el alivio de los síntomas. Su médico podría recetar analgésicos y antiinflamatorios; se le recomendará la aplicación de compresas frías o calientes para la cara, una dieta blanda y la toma de líquidos para mantenerse hidratado.
Es fundamental que los niños sean vacunados con la vacuna triple contra las paperas, el sarampión y la rubéola al cumplir el primer año y el refuerzo a los cuatro o cinco años de edad, e incluso cuando se es adulto y no ha desarrollado algún síntoma. Esto es con la finalidad de que a pesar de que no existe garantía de que desarrolle la enfermedad o no, pero si la adquiere y la desarrolla, la convalecencia será más corta y mucho más leve.
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