Editorial
Es algo irónico que en las administraciones de gobierno, cuando recién entran se cambia el papel. Antes los alcaldes buscaban citas, reuniones y rogaban a sus colaboradores hacer reuniones con el pueblo, pero cuando ya son presidentes, es más fácil concretar cita con el papa Francisco.
Los discursos con la cercanía con el pueblo quedaron en el olvido. Ahora los munícipes dan prioridad a sus amigos. Dicen que hay tres agendas que manejan los secretarios particulares; la de las personas que el presidente puede atender inmediatamente, la agenda de las personas que el presidente nunca va atender y la agenda de sus actividades.
Al ver las filas largas de gente que espera una cita, se ve el descontento de los mismos cuando unos apenas llegaron e inmediatamente son atendidos y los que tienen horas, seguirán esperando.
Dicen que el discurso más sonado de los alcaldes en estos días es: “Ésos andaban con el partido contrario, que se aguanten”, así que lo que pregonaron los munícipes de que su gobierno sería un gobierno sensible y del pueblo para el pueblo, era pura palabrería… Al fin al cabo son políticos.
Los presidentes municipales gobiernan a favor de los que los apoyaron en las campañas, los amigos leales, los compadres, los familiares y los que anduvieron en las caminatas. El resto de la población no se encuentra en esta lista. Al llegar se murmulla:
—¿Quién es? ¿Qué quiere?
—Ver al presidente.
—Dile que no está, o dile que la agenda está llena, o la nueva: no hay citas.
Pero lo peor es:
—Ése me cae gordo. Dile que sí, pero no realices la cita.
—Ya dije, a ése no se le dará ningún apoyo. Lo voy a bloquear para que se le quite…
Así que estimado lector si usted va a realizar una cita a la presidencia municipal, tenga más paciencia que cuando vaya al IMSS.
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