No cuenten con mi voto
El próximo domingo primer de junio, México vivirá las elecciones más fraudulentas, perversas y bochornosas desde que surgió el entonces Instituto Federal Electoral (IFE), hoy llamado Instituto Nacional Electoral (INE) y que actualmente se encuentra secuestrado por MORENA a través de su impresentable presidenta, Guadalupe Taddei Zavala.
El origen de la presunta reforma al poder judicial fue propuesta al final del mandato del expresidente Andres Manuel López Obrador y surgió con un doble propósito. En primer lugar, rencoroso como es AMLO, como forma de venganza a una Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) que durante casi todo su sexenio se dedicó a defender la Constitución, el Estado de Derecho y las libertades civiles de la ciudadanía ante las reformas despóticas que el expresidente intentó imponer a través de su mayoría parlamentaria en el Congreso de la Unión.
En segundo lugar, mucho más preocupante que una vulgar vendetta, es el interés de López Obrador y la sucesora que él impuso, por apropiarse del único poder del Estado que aún genera un contrapeso, el Poder Judicial. De esta forma podrán reformar la Constitución y todas las leyes y reglamentos federales a contentillo, sin siquiera leer lo que se vota en el legislativo, como ya lo hemos visto, para terminar de desarticular las instituciones que hasta hace poco generaban contrapesos al poder.
Esta elección que se avecina no es más que una muy mala representación teatral, mitad cómica, mitad trágica y de muy bajo nivel de producción. Es tan pobre el libreto, que ya hasta conocemos el final: Primero, el abstencionismo será brutal. Segundo, ganarán los candidatos de la presidenta y nuestra SCJN terminará conducida por gente del nivel de Lenia Batres, otra militante impresentable.
La corrupción existente en el sistema judicial del fuero común, la que padecemos la mayoría de los mortales, seguirá intacta. No se tocará un pelo a los jueces, corruptos o no, que resuelven la mayoría de los juicios del día a día entre la sociedad, porque esas faltas o delitos son responsabilidad del sistema judicial local en Jalisco. Y hasta ahora, el congreso del estado no ha dado a conocer cómo es que la justicia local habrá de adaptarse a las nuevas reglas impuestas por MORENA.
El gobierno decidió politizar la elección de ministros, magistrados y jueces federales. Tiró por la borda el servicio profesional de carrera y los exámenes de oposición para elegir a los más adecuados. Ahora tendremos al frente de la justicia federal a improvisados que gozan del beneficio de estar en una lista corporativista, ya sea de algún partido político (en especial en los que hoy detentan el poder en México y en Jalisco), de alguna religión (la Luz del Mundo postuló candidatos en alianza con MORENA) o de algún grupo de poder que cuente con la capacidad mínima necesaria para la movilización de votantes acarreados (Grupo Universidad de Guadalajara, por ejemplo).
Millones de mexicanos se negaron a participar como funcionarios de casilla ante la desconfianza del proceso. Los pocos entusiastas que saldrán a votar, lo harán sin realmente saber por quién (o para quién) lo están haciendo, en un complejo y confuso sistema que incluye seis boletas y diez opciones por cada una, o algo así. Las boletas restantes no serán inutilizadas y los votos serán contados, no en la casilla, sino en la sede del INE. Por supuesto, tardaremos días en conocer los resultados, los suficientes como para que el aparato de alquimistas y mapaches operen, trasquilen y maquillen los resultados. Yo no voy a ser partícipe de este montaje. Simplemente, en esta ocasión no iré a las urnas.
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