Durante su gestión, logró transformar un espacio vacío en un punto de encuentro y semillero de talentos en la región
María Elena Ramírez como espectadora durante la celebración del 105 aniversario de la Estación del Tren de Chapala. Foto: Jorge Sanabria.
Arturo Ortega.- Con motivo del 105 aniversario de la fundación de la Estación del Tren de Chapala, Semanario Laguna entrevistó a María Elena Ramírez Aguilar, primera directora del ahora Centro Cultural González Gallo (CCGG). Ramírez Aguilar asumió el cargo desde la apertura del recinto en 2006 hasta 2017, consolidando su papel como un referente cultural en la región.
Durante su gestión, logró establecer un museo de piezas prehispánicas, una sala con la historia del recinto, impulsar talleres artísticos que formaron a nuevos talentos y transformar un espacio vacío en un punto de encuentro para visitantes de Chapala y Guadalajara.
La evolución del centro cultural
En la actualidad, Ramírez Aguilar reconoce avances en el recinto, aunque también señala áreas de mejora. «En cierta forma están haciendo buen trabajo, pero percibo que los eventos están dirigidos principalmente a extranjeros y personas de la tercera edad», señala. «Pocas veces veo actividades que involucren a jóvenes y niños, cuando el centro debe servir a la comunidad de Chapala».
También expresó preocupación por la falta de transparencia respecto al acervo artístico del centro: «Por ejemplo, Laura de Rauch dejó varias piezas de su esposo George Rauch, pero la sala sigue vacía. No sé por qué no se exponen esas obras. Además, hay piezas del maestro Miguel Miramontes que deberían estar permanentemente exhibidas, pero algunas han desaparecido, como ‘La Victoria’.
Los desafíos de los primeros años
Ramírez Aguilar recuerda que, al asumir la dirección del CCGG, encontró un espacio vacío y sin recursos. «No había piano, escuela de iniciación, ni computadoras. Tampoco había presupuesto asignado», menciona. «Fue un trabajo arduo de gestión. En los primeros eventos, muchas veces los asistentes éramos mis hijos y yo, Rogelio Ochoa y sus hijos».
Con el apoyo de artistas y académicos, logró posicionar el centro cultural. «El gobierno me respaldó, pero no existía un presupuesto real para el espacio. Al inicio solo trabajábamos Don Roberto, Mayra y yo. No había personal para gestionar actividades», explicó.
Uno de los mayores retos fue la creación de la escuela de iniciación artística, un proyecto que requirió múltiples gestiones. «Durante un año, los maestros trabajaron sin sueldo. A mí nunca me pagaron por ser directora de la escuela. Nos apoyamos en el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA)” y algunos presidentes municipales como fueron Joaquín Huerta y Gerardo Degollado, aunque recordó que siempre tuvo que recurrir a pedir recursos y diferentes apoyos.
El impacto cultural en Chapala
Pese a las dificultades, Ramírez Aguilar se muestra orgullosa del legado que dejó. «Lo más gratificante es ver que los jóvenes que participaron en los talleres hoy enseñan a otros», comenta. «Me emociona saber que alguien que aprendió guitarra en el centro cultural ahora le toca a sus hijos, o que un joven que tomó clases de pintura hoy da talleres».
Para la exdirectora, el CCGG debe continuar siendo un semillero de talento. «Ojalá el espacio siga formando a jóvenes y niños para que tengan una visión diferente de la vida. Aprender fotografía, guitarra o pintura no es solo un pasatiempo, sino algo que puede transformar su futuro», concluyó.
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