Duras lecciones que aprender de la devastación del Lago de Pátzcuaro
El lago de Pátzcuaro antes y después de la sequía de 2024. Foto: Graciela López Herrea y Cuartoscuro.
Por Emily Alison.
Las dramáticas fotos del lago de Pátzcuaro han sido noticia esta temporada. El estado de Michoacán ha sido una región exuberante y verde, pero los ríos, arroyos y manantiales se están secando. El lago, tradicionalmente un popular destino turístico, está muy por debajo del 50 por ciento de su capacidad. El lecho expuesto del lago es un páramo seco y agrietado.
Lo que está ocurriendo en el lago de Pátzcuaro está ocurriendo en todo México. El cercano lago de Cuitzeo ha perdido el 70 por ciento de su capacidad y sólo seis de las 19 especies de peces han sobrevivido a la sequía hasta ahora. Villa Victoria, el embalse de Ciudad de México, ha caído por debajo de un tercio de su capacidad. Los famosos cenotes de Yucatán se están secando. Nuestro querido Lago de Chapala está muy por debajo del 40 por ciento de su capacidad.
La sequía es una causa próxima de gran parte de esta devastación. Pero la gestión de los recursos de agua dulce en México contribuye al problema. La agricultura representa alrededor del 85 por ciento del uso de agua dulce. Los aguacates y las bayas son cultivos que consumen mucha agua. Julio Santoyo, activista de la zona de Pátzcuaro, calcula que han surgido 850 estanques ilegales de contención de tierra forrados de plástico para captar el agua destinada al lago y apoyar proyectos agrícolas. Estos proyectos también han deforestado la región, lo que hace que el suelo sea vulnerable a la erosión y al agotamiento de la humedad. Recientemente ha habido protestas por el desvío de agua de la cuenca del lago en la zona de Pátzcuaro. La gente está desesperada. Los agricultores de subsistencia, los pescadores y quienes dependen del turismo no pueden ganarse la vida y mucha gente no tiene agua para el uso diario.
La infraestructura hídrica de México necesita una revisión. Las estimaciones de pérdida de agua durante su traslado desde los embalses hasta el punto de uso oscilan en algunos casos entre el 40 y el 60 por ciento. La deforestación y la consiguiente sedimentación de los cursos de agua perjudican considerablemente la conservación del agua.
La mayor parte del agua de la Tierra es inutilizable para los seres humanos, las plantas y los animales. Sólo el 0.3 por ciento del agua superficial se encuentra en nuestros lagos, ríos y pantanos. Este precioso recurso sustenta la vida humana. También es esencial para todos los seres vivos de nuestro ecosistema. Peces, abejas, pájaros, murciélagos, anfibios y grandes mamíferos mueren en masa en zonas de sequía extrema. Los monos aulladores, muertos y moribundos, caen de los árboles por deshidratación e insolación. Las reinas de las abejas de la miel no producen huevos cuando sus colmenas tienen pocos recursos. Las flores que normalmente adornan las laderas del sur de México no están floreciendo este año, lo que afecta no sólo a los insectos, sino también a la fauna aviar que se alimenta de néctar y bichos. Todo está relacionado. Cualquier cambio en la biodiversidad tiene un impacto nocivo en otras especies de la cadena alimentaria.
A título individual, podemos optar por conservar el agua. Podemos optar por evitar las bebidas embotelladas y enlatadas, ducharnos rápidamente, tirar de la cadena sólo cuando sea necesario, establecer sistemas de aguas grises, limitar las plantas ornamentales a las resistentes a la sequía y resistirnos sensatamente a los impulsos del consumismo. Estas acciones individuales sólo son eficaces si se adoptan de forma generalizada. Si queremos salvar nuestros lagos, ríos y cenotes, es esencial que se produzcan cambios drásticos en las prácticas agrícolas, industriales y de gestión de las infraestructuras. No se trata sólo de proteger nuestro hermoso Lago de Chapala; se trata de proteger la vida tal y como la hemos conocido. La administración de nuestros recursos naturales y nuestro medio ambiente siempre ha sido vital. Esperemos que las duras y perturbadoras lecciones de esta temporada de sequía convenzan a individuos y gobiernos de tomar las medidas y hacer los sacrificios necesarios para conservar nuestros recursos para ésta y las futuras generaciones.
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