A Estados Unidos se le presentan opciones desconcertantemente decepcionantes
Donald Trump y Joe Biden durante el primer debate presidencial. Foto: Cortesía.
Emily Alison.- El esperado debate Trump/Biden del 27 de junio deja a uno preguntándose por el estado del liderazgo estadounidense. En un momento de la historia en el que se necesita un liderazgo inteligente, competente y carismático, el público se encontró con un par de ancianos que aprovecharon esta extraordinaria oportunidad para discutir sobre sus habilidades en el golf.
A lo largo del debate, Trump hizo lo que siempre hace, soltar afirmaciones que no tenían ninguna relación con la verdad. Trump no afirmó categóricamente que aceptará los resultados de las elecciones si vuelve a perder. Biden, con voz lenta y áspera, desaprovechó múltiples ocasiones para explayarse sobre sus éxitos y aclarar sus políticas. Biden no ofreció respuestas ágiles y articuladas. En su lugar, divagó y, en más de una ocasión, perdió claramente el hilo.
Desgraciadamente, los debates son más ópticos que sustanciales. Biden tiene que convencer a los indecisos de que, a sus 81 años, tiene la resistencia, la agilidad mental y el vigor que exige el cargo de presidente. Su actuación en el debate no convencerá a nadie.
Tras el debate, Kamala Harris, vicepresidenta de Biden, fue vista en varias entrevistas. Expresó con energía y claridad detalles de la plataforma y los logros de la administración Biden. Gavin Newsom, gobernador de California, también expresó con entusiasmo y pasión su apoyo a la administración Biden. Parece que Biden dependerá de estos sustitutos en las próximas elecciones y, posiblemente, en una futura administración.
Trump tiene 78 años. A pesar de su condición de delincuente convicto, de sus reprobables comentarios y acciones denigrantes contra las mujeres y de su denigración de los inmigrantes, sigue teniendo seguidores comprometidos. Su papel en la insurrección del 6 de junio, sus negocios financieros y su manejo de documentos confidenciales del Gobierno tienen procesos judiciales pendientes. Durante el debate, consideró oportuno decir que no había tenido relaciones sexuales con una estrella del porno. Por lo visto, la ética y la moralidad no son esenciales para un candidato presidencial.
Están en juego cuestiones, cuestiones importantes. La estructura, el funcionamiento y la estabilidad de las instituciones democráticas, el acceso de las mujeres a una atención reproductiva segura y legal, la situación y la solidez de las relaciones con los aliados de la OTAN, la participación de Estados Unidos en conflictos mundiales, las estrategias económicas para el comercio internacional con China y México, las políticas de inmigración, la protección del medio ambiente y las respuestas al cambio climático están en juego. ¿Son alguno de estos ancianos suficientemente capaces de resolver problemas, pensadores convincentes y lúcidos, o líderes incondicionales para nuestro país en estos momentos? ¿Son estos hombres lo mejor que Estados Unidos puede ofrecer como candidatos al más alto cargo de un país que ha sido la nación más poderosa del mundo?
John Stewart, comentarista cómico de política, expresó mis sentimientos cuando terminó su análisis del debate con un estridente: «… ¡¡¡esto NO puede ser la vida real!!!».
Los comentarios están cerrados.
© 2016. Todos los derechos reservados. Semanario de la Ribera de Chapala