Los cacicazgos han hecho una caricatura de la democracia en Chapala y Jocotepec
José Antonio Flores Plascencia
“Dictadura” se le denomina cuando un grupo o una persona se apoderan del destino político de un país. Aquí, en los municipios de Chapala y Jocotepec, lo dejamos en cacicazgos que también se apoderan de la vida política, social y es a través de sus comercios, llanteras, ferreterías, restaurantes, abarroteras o la renta de sus casas como oficinas. Ésa es la clave para poderse despachar el presupuesto municipal. Se han adueñado de las decisiones partidistas por años y no hay más que darle una vuelta a la página de nuestras tristes historias gubernamentales de pueblo, y han hecho de la democracia una caricatura aldeana, los responsables tienen nombre y apellido y usted amable lector le pondrá el nombre.
La transparencia en estos dos municipios la confunden con tran(za)pariencia. Nunca publican quiénes son los proveedores, bueno, suben facturas a la página web como una vez en Chapala (no es en esta administración) de empresas de municipios lejanos como Lagos de Moreno que vinieron hacer un trabajo con una retroexcavadora por 28 mil pesos. El regidor Nicolás que publicó la factura dijo que había otras tantas más y que eran falsas.
Es evidente que obras públicas, agua potable y demás consumibles serán para el negocio de los caciques de la región o el amigo de un político. Apellidos sobran y su forma de operar es la misma. En Chapala ganan y las compras son en las ferreterías o en el negocio de materiales para construcción; si es para la comida de los policías, el restaurante de algún cacique que funge como funcionario se llevará una tajada por más de 6 millones que se gastan en el trienio sólo en ese rubro.
Otra de las formas de operar es la de rentar sus casas para oficinas, como sucedió en la administración de priistas y panistas en Joco, y uno de los personajes conocidos hizo el comentario “Éste ya anda metido ahí con los naranjas, de seguro les va a rentar su casa para oficinas”, antes de que llegaran a ocupar la presidencia lo comenté con uno de los actuales funcionarios, y volvimos a platicarlo días antes de la sesión de cabildo donde se aprobó la renta de las nuevas oficinas del Ayuntamiento.
Entre gitanos no se leen las cartas, así versa el dicho, y es cierto entre los caciques que hacen la política en Chapala y Jocotepec, llevando un mensaje de cambio cada tres años, que no es otra cosa que el gatopardismo, “hacer el cambio para seguir igual”.
En conclusión, el presupuesto de los ayuntamientos se los reparten las familias que han gobernado por años, y son ellas las responsables del endeudamiento, así como nosotros al seguir votando por ellos.
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