El diagnóstico de su deterioro fue establecido el 25 de julio de 2016 por un especialista en plagas; hoy ya está dando retoños
Foto: Julia Alejandra García Morando.
Julia Alejandra García Morando (Santa Cruz de la Soledad, Jal).- Después de más de dos años que el Zalate gigante que habita en el atrio de la Iglesia de la Virgen de la Soledad no produjera follaje, da signos de supervivencia luego de las acciones realizadas tanto por el párroco de la iglesia y de vecinos de la comunidad.
El diagnóstico de su deterioro fue establecido el 25 de julio de 2016, por un especialista en plagas que determinó la presencia de un gusano barrenador que se introduce por las raíces y que poco a poco fue dañándolo desde el interior.
El “Zalate del padre”, como le conocen los habitantes de la comunidad, es un icono de identidad y cariño, un árbol que esconde historias y anécdotas entrañables y del que habitantes como José Luis Ortega, Susana Rodríguez, Raúl Castellanos, José Luis Rivera, la delegada Ema Sandoval y el párroco Ricardo Javier Ramírez Romero se negaron verlo morir, y que hoy da signos de vida con el brote de nuevos retoños.
La preocupación por la posible muerte de este histórico árbol, se convirtió en acciones ante la esperanza de no ver morir un árbol con una edad de poco más de 80 años, en el que generaciones tras generaciones no sólo tomaron el catecismo bajo sus sombras sino escenario de múltiples festividades y que dejara de producir follaje desde dos años atrás.
El sacerdote Ricardo Javier Ramírez Romero platicó que al tiempo de su llegada como párroco de la Iglesia de la Virgen de la Soledad, notó que el árbol ya no producía hojas en la parte superior, al grado de ir reduciendo la producción de follaje en el transcurso de dos años.
En primera instancia, hicieron oración, posteriormente se escarbó sobre el cajete y se extrajeron hongos gigantes a los que se les atribuyo el deterioro del árbol, por lo que se le aplicó un fungicida donado por Monico Lomelí.
Llegó la primavera de 2016, y el árbol siguió sin retoñar. Entonces, José Luis Ortega y Susana Rodríguez contactaron al ingeniero Víctor Vargas, especialista en plagas, quien diagnosticó la presencia del gusano barrenador.
Aunado al gusano, el especialista comentó que los daños del árbol se le atribuyen también a la basura y piedras de cantera que se encontraban dentro del cajete, al concreto que delimita el perímetro del árbol, así como a los clavos que le colocaban cuando se venían los festejos anuales para adornar, ya que dichas heridas propiciaron la entrada de plagas y enfermedades.
Para proceder con el tratamiento, se aflojó la tierra del cajete y se le aplicó insecticida enterrado, esto para protegerlo de las plagas que había en el suelo.
Después, se aplicó fertilizante triple 16, una cantidad de 25 kilogramos como primera etapa, junto con fertilizante, aminoácidos y enraizador para promover crecimiento de raíces nuevas por donde se absorben los nutrientes.
Además de aplicarse hormonas de crecimiento para promover nuevos retoños. Situación que ya se logró, pues después de muchos meses ahora se vuelven apreciar hojitas verdes en la copa del árbol.
En el suelo se aplicó también micorizas, hongos simbióticos para estimular crecimiento y la floración.
A 40 días de la primera intervención, se aplicó cal agrícola alrededor del árbol y una cinta amarilla de advertencia puesto que los químicos aplicados pueden representar daños a los humanos.
Hoy, la recuperación del Zalate del Padre es un acontecimiento que representa alegría y esperanzas.
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