La ética profesional
Por: Lic. Diana Ortega
Hace unos días me buscó una persona para pasarme el asunto de un amigo a quien él le había dicho que si se podía ingresar su marca a trámite, sólo para ganarse unos pesos, que digo, está bien que en esta profesión de la abogacía en los primeros pininos por desconocimiento se prometa de más, sin embargo cuando llevas ya un tiempo en el ejercicio de esta profesión, conocemos que no le podemos prometer cosas imposibles al cliente. No es ético.
Considero que siempre debemos hablarle a nuestros clientes con la verdad y no hablar de más. En esta situación que tuve la oportunidad de resolver, hablé con el cliente exponiéndole las razones por lo cual su marca no era susceptible de registro, se mostró afortunadamente abierto a realizar cambios en su logotipo, e inclusive en crear una etiqueta distinta para el producto que comercializa. Y pudimos proceder con todo el branding acompañado de lo legal para aumentar las posibilidades del registro de su marca ante el IMPI.
Muchas veces, nos vamos a topar con cuestiones que nos obliguen a tomar decisiones complicadas entre lo que es ético y lo que no lo es, justo aquí definimos el tipo de personas que queremos ser, se decide si somos mercenarios que trabajan únicamente por ganar dinero o si actuamos éticamente afrontando los asuntos que podemos llevar y los que no podemos llevar.
Para mi, un cliente que conoce a lo que nos enfrentamos en cualquier trámite legal y/o procedimiento, es una persona que puede decidir sobre qué alternativas elegir, sin ser engañado y sin que se le prometa algo que no está al alcance de nuestras manos.
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