Debido a la negación del permiso por parte de las autoridades eclesiásticas el comité de las fiestas se desintegró a 15 días de las mismas
La imagen de la Purísima Concepción de María colocada en el altar de la calle Fernando Real, en la cabecera municipal de Chapala.
Jazmín Stengel.- A pesar de que las autoridades eclesiásticas negaron el permiso para realizar la acostumbrada fiesta de La Purísima Concepción de María en Chapala, los vecinos mantuvieron viva la tradición de los altares, los últimos tres días del novenario 6, 7 y 8 de diciembre, así como su respectiva misa a mediodía.
Como es tradición en el barrio de ‘La Puri‘, los altares fueron colocados en el fondo de la calle Fernando Real, Máximo Rivera Hernández y Nicolás Bravo. Siendo el segundo día en la privada Máximo Rivera Hernández, donde los vecinos más aportaron, consideró Daniela Casillas, vecina de la casa con el número 21, y quien está a cargo del último altar desde hace tres años.
«Casi lloro de coraje», expresó Daniela, empuñando las manos al confesar que este año la ayuda que recibió fue casi nula. Sólo unos cuantos vecinos le ayudaron, en su mayoría adultos mayores y es que, «la celebración ya no se hace como antes», dijo Juan Manuel Negrete, también vecino de la comunidad.
Este 8 de diciembre solamente se veía una mesa de «vendimia» como le llamó la gente, al ser los salchipulpos la única opción de la noche. Antes se realizaba una kermés donde todos los vecinos cooperaban para la producción, y el dinero recabado se aportaba a la construcción de la capilla, ubicada en la calle Guerrero, entre Miguel Martínez y la Estación. Hoy en día la construcción continúa en obra negra.
Los jóvenes que todos los días se reúnen en una de las esquinas del barrio La Purísima, también extrañaron las fiestas, la banda y el relajo. Además de bailar, bebían y se divertían, «¡se ponía chingón!, venía gente de todos lados y de todos los barrios», exclamó “Bebé”, como se apoda uno de los presentes. También explicó que las bandas compartían el escenario con todo tipo de músicos que deseaban dedicarle una canción a la Virgen.
«Yo vine a traer a mis hijos especialmente en estas fechas para que conozcan nuestro ambiente», comentó con tristeza uno de los Hijos Ausentes, que son las personas que se van a buscar mejores condiciones de vida.
El entrevistado tenía la ilusión de subir a los niños a los juegos mecánicos o mostrarles el arte de los tradicionales castillos de pirotecnia mexicanos. Este año estaban tan ausentes como ellos.
Los comentarios están cerrados.
© 2016. Todos los derechos reservados. Semanario de la Ribera de Chapala