Democracia en crisis
El Lago de Chapala. Foto: Héctor Ruiz.
Por: Daniel Jiménez Carranza
La democracia es sin duda, la forma de representación política más generalizada en el mundo, y que en su momento, constituyó la alternativa ideal de la transición del Régimen Feudal, hacia una sociedad Industrializada, movimiento que se vio nutrido por las Revoluciones tanto Inglesa como Francesa cuyos modos de organización posterior, se cimentaron a través de grupos políticos (partidos políticos), instalados en el Parlamento, los cuales establecieron la definición de la sociedad civil, dotada de derechos electorales para designar a sus representantes a través del voto, y la sociedad política, o mandataria representante de los intereses sociales cuya función fundamental de su actuación sería siempre en nombre del interés público.
A partir de esta organización con la participación social por medio del voto y partidos políticos, el mundo se ha estructurado políticamente, aún en aquéllos países con profunda tradición monárquica, en donde existen Parlamentos y órganos de gobierno o aquellas otras excepciones de países con dictaduras, sin embargo, la práctica de representación democrática se ha visto distorsionada y perdido su esencia como instrumento representativo del interés popular, como consecuencia de la prevalencia de intereses mezquinos y personales que han utilizado plataformas políticas de los partidos, como una oportunidad para escalar socialmente y lucrar con la riqueza de los programas del Estado, así podemos ver alianzas de partidos que de acuerdo a sus postulados doctrinales establecen alianzas con partidos antagónicos, con el único propósito de mantenerse disfrutando de todas las ventajas que presupuestalmente tienen asignados los partidos, amén de lucrar como gestores de intereses oscuros en donde obtienen beneficios personales.
Es menester inaplazable, presentar cara a este tipo de abusos del poder para obtener beneficios personales, la actividad política no puede representar una oportunidad para lucrar, es preciso eliminar esas diputaciones plurinominales, que son sumamente incongruentes con la representación popular, también se debe reestructurar el programa de financiamiento a los partidos, pues ello representa una sangría considerable en el presupuesto del Estado, para ser canalizado para el sustento de “actividades partidistas” que no representan beneficio alguno para la Democracia, en su lugar debería fomentarse la organización ciudadana, sin colores partidistas, y que de estas filas surjan auténticos candidatos que representen los anhelos populares, y si se pretende la conservación de partidos, se les asigne una mínima cantidad para gastos de operación, y el resto de sus gastos, deberán ser cubiertos por sus integrantes y en tiempos de elección podrán hacer labor de proselitismo con las diferentes organizaciones civiles.
Ejemplos de ello en nuestro país, son múltiples, cuando vemos a gordos líderes sindicales y partidistas, comiendo en restaurantes de lujo, la aprobación de la política energética que enriqueció a tantos de ellos, y que significó el desmantelamiento energético de nuestro país, y tantos otros latrocinios más cometidos por políticos y “líderes” inescrupulosos en contra del pueblo de México.
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