La ‘explosión del gas’ fue un suceso trágico que unió a los pueblos y aumentó la fe en la Virgen
Zona centro de Ajijic en los 90’s. Foto: Campaneros de Ajijic.
Sofía Medeles.- Hace al menos 30 años ocurrió uno de los sucesos más recordados por la gente de Ajijic, que unió al pueblo como uno mismo, así como reforzó la simpatía entre la delegación, San Juan Cosalá, Jocotepec y San Antonio Tlayacapan.
Este suceso es recordado como «la explosión del gas», que fue una fuga de gas que se dio en la antigua planta contenedora de gas, que se ubicaba frente a la Plaza Bugambilias, al cruce de la calle Revolución con la carretera Chapala-Jocotepec, causando pánico, pero descubriendo la empatía, la resiliencia y la fe a la Virgen del Rosario.
Este suceso, no es muy bien recordado en cuanto a fechas exactas. Los pobladores la sitúan entre 1992 y 1994, siempre mencionando la primera semana de octubre. Algunos de los entrevistados que recuerdan mejor la fecha mencionan el 5 y el 6 de octubre. Al atardecer, alrededor de las siete de la tarde, se miró una fuga de gas que se comenzó a quemar, lanzando una enorme llamarada de varios metros de altura.
Virgen del Rosario. Foto: Sofía Medeles.
«Yo iba al campo de fútbol, entonces comenzamos a ver gente corriendo y diciendo que nos fuéramos para el otro lado. La gente venía muy apurada. Cuando miramos, se veía la llamarada alta y todos estaban en pánico. La gente, casi toda, solo tomó un suéter o cobija, sus hijos y familiares, para comenzar a irse hacia San Juan Cosalá, porque hacia Chapala no se podía pasar. La gente que actuó con cabeza más fría, pudo llevar sus documentos e incluso mascotas, como perros, gatos o pájaros. Todo el mundo iba caminando por la carretera y por abajo, parecía procesión. Las camionetas se paraban a subir a los que más podían, especialmente, gente mayor y niños» comentó uno de los testigos que tenía alrededor de 15 años, de nombre Marco.
En el pueblo, se dieron varias situaciones. Los que se fueron a las poblaciones cercanas, como San Juan y Jocotepec, donde fueron recibidos y atendidos, ya fuera con familiares o en refugios brindados por pobladores, los que se quedaron en la zona, en refugios en sitios como Villa Nova, La Colección Moon, el jardín de eventos ahora conocido como «los ingenieros», a la laguna, o a las montañas, y los que se quedaron en el pueblo.
«Yo tenía como 16 años, y mi familia cuidaba casa en Villa Nova. Ahí nos tocó recibir a extranjeros del asilo de la Floresta. Casi ninguno entendía nada, pero se veían preocupados. Y en la calle la gente iba caminando todos por la carretera, todos para San Juan, con sus niños chiquitos, con sus viejitos, en carro en fila. Mis hermanos y yo nos asomamos a la terraza, y desde ahí se veía la llamarada. Decían que si reventaba iba a desaparecer todo Ajijic. Recibimos a 100 personas esa noche» comentó otra Ajijiteca de las que vivió ese suceso en su juventud.
Según compartió otra testigo, el pánico se hizo presente en un punto de la noche, esto asentado por la falta de medios para comunicarse. «A mi me tocó en mi casa, y fue mi vecino el que nos apoyó porque tenía una camionera, nos avisó para ayudarnos a mover a mi abuela. Fuimos al refugio que se hizo con los ingenieros, y se decían muchas cosas. Decían que ya había tronado, que todos los tanques de las casas habían explotado en cadena, que se estaba quemando el pueblo, incluso que hasta la parroquia se quemó. Había una lloradera, y nadie sabía si era cierto porque todos se habían ido. Ajijic parecía pueblo fantasma».
Muchos de los que vivieron el siniestro, concuerdan en que, ese día fue uno de los que se vivió la empatía y la fortaleza entre los habitantes del pueblo, que todos sin importar que, se tendieron la mano, se preocupan los unos por los otros y se ayudaron como pudieron. Por otro lado, la calidez de los pueblos vecinos, es recordada con cariño «En San Juan pusieron muchos lugares para llegar a dormir. En la parroquia y en la primaria que está por la carretera. Ahí nos dieron de cenar, de desayunar y luego de comer otra vez. Siempre ha habido ese apoyo entre San Juan y Ajijic, y se ha demostrado muchas veces» comentó Lupita, que era una niña en esos tiempos.
Mucha gente, le atribuye este milagro a la Virgen del Rosario, tanto por la fe que siempre ha existido hacia ella, como por encontrarse en el mes de sus celebraciones. Entre lo que se cuenta, está que, se decía que los trabajadores de Protección Civil, comenzaron a ver cómo baja la flama, y repentinamente, vieron a una niña pequeña con un vestido blanco, salir del lugar. Se cuenta también, que se vio a esta niña, recorrer las calles del pueblo, y quienes la vieron, vincularon la figura con la Virgen del Rosario, por otra leyenda que en la que se cuenta que ella solía salir de su capilla de la plaza y regresar a su antigua capilla, ubicada a las afueras de Ajijic. Hasta hoy en día, quienes escucharon esta situación, aseguran «La Virgen nos cuida de todo».
Finalmente, algunas personas cuentan que regresaron esa misma noche, para encontrarse con un pueblo vacío y con apariencia de pueblo fantasma. Otras personas regresaron al día siguiente, y otras cuentan que volvieron a evacuar el pueblo en lo que se descartaron riesgos y limpiaban el lugar. Aunque este suceso es recordado con aprensión, los que lo cuentan no pueden evitar mencionar con una sonrisa la unidad que se dio entre los ribereños.
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