El sitio de Jericó
La calle luce adornada con aserrín para recibir al Santísimo. Foto: María del Refugio Reynozo.
María del Refugio Reynozo Medina.
La calle Ramón Corona poniente en San Cristóbal Zapotitlán, otra vez se volvió a teñir de colores vivos, ahora para recibir el paso del Santísimo. Durante siete días, el santísimo estará visitando distintos hogares, rememorando el pasaje bíblico de Josué, cuando el pueblo de Israel al llegar a la tierra prometida en Jericó, se encuentra con una ciudad amurallada que no les permite el paso. Durante siete días marcharon alrededor de las murallas y al séptimo día, al sonido de trompetas, cayeron las murallas y conquistaron la tierra prometida.

El altar fue colocado afuera de la vivienda de Florentina Osorio Rito, encargada y representante del barrio. Foto: María del Refugio Reynozo.
Esta oración especial del Sitio de Jericó, dirigida por el señor cura Carlos Enrique Medina Garibaldo, contempla siete días con sus 24 horas de adoración al Santísimo, con la finalidad de destruir las murallas que dividen a las familias, los odios y rencores y la distante relación con la iglesia de algunas personas. “Por ello se lleva al santísimo a las comunidades, para que vaya nuestro señor a visitarlas y esos siete días en oración para destruir los muros que nos dividen y nos quitan la paz”.
Durante esos días, el Santísimo visitará todos los barrios del pueblo representados en cada uno de los hogares de las representantes de barrio, que se organizan para velar al santísimo durante toda la noche. El día de hoy corresponde a Flor Osorio Rito recibir a la procesión y colocar un altar digno para recibir a Dios.
Además del camino bordeado de aserrín que se colocó a lo largo de toda la cuadra, afuera de la casa está preparado un altar con un crucifijo y un cuadro de la imagen del Señor de la Misericordia. A un lado, una pequeña escultura de la Virgen de Guadalupe, con ramos de flores y veladoras. Las filas de sillas colocadas en toda la calle esperan a los fieles que asistirán a misa.

Dentro de la casa, el altar preparado para recibir al Santísimo. Foto: María del Refugio Reynozo.
El empedrado luce recién regado y el viento sólo levanta las largas cortinas satinadas.
A muchas cuadras de ahí, en otro hogar, un grupo de personas despide al Santísimo, con oraciones y cantos. Los Adoradores Nocturnos salen llevando una bandera blanca.
“¡Bendito, bendito, bendito sea Dios!”, cantan las mujeres que van en grupo. “Con la presencia de dios, caminamos”, dice el sacerdote que lleva en las manos al Santísimo y se coloca en frente de la procesión.
Al encuentro con la casa que los recibe, los rostros de los fieles fervorosos, reciben con cánticos y se disponen a hacerse compañía, algunos para pasar la noche en vela.
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