El plato de mi abuela
Por Santiago Baeza.
Al doctor Manuel Baeza González, mi padre, que está a días de cumplir sus primeros 90 años.
Aquí tengo en mis manos el plato que Chuy, mi abuela paterna, robó del hotel en el que pasó su luna de miel. No era su costumbre tomar cosas ajenas y guardárselas, pero supongo que consideró que sería un buen recuerdo de su matrimonio en ese entonces, con un joven llamado Manuel Baeza Cárdenas. Yo en lo personal desconozco los detalles de su boda. No se en qué templo se casaron ni qué tipo de celebración ofrecieron. De hecho solo se que viajaron en tren de Guadalajara a Chapala, supongo que habrían arribado la estación de ferrocarril que hoy sigue en pie y que alberga al Centro Cultural González Gallo, edificio neoclásico tardío que apenas tendría una década funcionando, ya que fue inaugurado en 1920 y mi padre, hijo único, nació en 1933. Quiere decir que mis abuelos consagraron su amor alrededor de 1930.
También se que mis abuelos se hospedaron en el hotel Nido, porque mi abuela se robó el plato y al final me toco a manera de herencia por ser el único nieto que vive en la ribera de Chapala. No es ostentoso, es tan solo un plato de hotel confeccionado en cerámica y recubierto en color blanco brillante. Lo interesante está en los detalles. En la parte posterior, justo en el centro, tiene un sello color verde en el que se aprecia un león encerrado en un óvalo y sobre esa imagen, la palabra “Hutschenreuter”. Yo que no se alemán pero que sí se usar Google, descubrí que se trata de una prestigiada firma alemana de vajillas de porcelana, creada a principios del siglo XIX y que tiene como sede Bavaria. Descubrí también que hay coleccionistas que las aprecian solo por ese sello, independientemente de otras historias que pueda haber alrededor de estos objetos, como la historia de este plato que mi abuela decidió quedarse. Por eso ellos les ponen precio, mientras que para mi resulta invaluable.
En la parte de enfrente, en la orilla tiene otro sello, pero de color azul. Dentro de otro óvalo grabado en forma de guirnaldas, listones y otros adornos, reza así en letras mayúsculas, “HOTEL NIDO CHAPALA”. Se trata de un edificio que fue construido durante el porfiriato, ya que para ese entonces alrededor del lago ya se estaba consolidando uno de los primeros destinos turísticos del país, con una industria diseñada para satisfacer el refinado gusto de extranjeros y mexicanos que para ese entonces ya visitaban la ribera. La familia Arzápalo, dueños de un antiguo hotel que ya no se daba abasto, decidieron en 1905 construir otro más, justo al lado del otro. Se dice que en su tiempo fue muy lujoso, incluso que ahí también pasó su luna de miel la reconocida actriz María Félix, en el primero de sus innumerables matrimonios, con Enrique Álvarez Alatorre. Con el paso de los años, el hotel cerró sus puertas y permaneció abandonado hasta que Alejandro Aguirre, el actual alcalde, gestionó su compra, cuando a los 21 años tuvo su primera gestión como presidente municipal. Hoy es la sede del gobierno municipal de Chapala.
Mientras tanto, aquí sigue el plato conmigo. Estoy muy contento de haberlo encontrado de vuelta, pues en una de mis mudanzas se me desapareció junto con otros objetos personales. Yo ya les hacía perdidos y aunque soy desprendido, sí me daban tristeza varios objetos, entre ellos esta plato que es reliquia familiar y memoria histórica de esta tierra que me adoptó hace más de una década y que ha visto crecer a la más pequeña de mis hijas, candidata natural a heredarlo cuando yo me despida.
Se fueron en tren
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