Con ayuda de personas de los cinco barrios de la población se volvió a rescatar la tradición que “se estaba dejando morir”
Rosa Solano en el Puesto de Ponche de Guayaba. Foto: Domingo Marquez.
Domingo Márquez.- Ponche de Guayaba y granada, ramitos de flores naturales, música, confeti y la presencia de la Reina de Fiestas Patrias Ajijic, Dalia Lizeth Romero, así como representantes de los cinco barrios de la población, enmarcaron el tradicional convite de flores. “Una tradición que se estaba dejando morir”, platica Dulce Robles, quien este año en coordinación, con el director de Pasión de Cristo Ajijic, Eduardo Cordero Ramos, le volvió a dar nueva vida.
Con ayuda de locales se hizo y se vendió ponche, además se colocaron mesas alrededor de la plaza con el nombre de cada barrio, decoradas con banderas de papel de china, con astas de carrizo, “como se hacía antes”, refirió Cordero Ramos.
Las mujeres lucían coloridas blusas bordadas vendían ponche y ofrecían confeti y ramitos de flores naturales como la Santa María; no obstante, algunos de los presentes se mostraron extrañados porque no daban crédito que tanto el confeti como las flores eran regaladas para participar en la tradición.
La tarde noche de ese 16 de septiembre estuvo enmarcada por la música de la banda de Salvador Luna, que, aunque no se sabía la melodía tradicional para el papaqui, como le llaman los locales a la dinámica de aventarse confeti y ramitos de flores mientras toca la banda, los músicos hicieron lo posible por acoplarse a la tradición.
La Reina Dalia Lizeth Romero fue la encargada de abrir paso a la dinámica con una vuelta a la plaza. La banda tras ella comenzó a aventar confeti a las personas que se encontraba a su paso, mientras el gesto era respondido con aplausos o puños de confeti y ramitos de flores hacia su persona.
Dulce Robles explicó a Laguna que su abuelita ama la tradición del convite de flores, razón por lo cual decidió participar en la organización donde se vieron involucradas personas de los barrios de San Sebastián, Santo Santiago, San Gaspar, San Miguel y Barrio de Guadalupe, entre otras decenas de locales que se integraron al rescate de la fiesta que tiene más de medio centenar de años realizándose en la población, pero que este año sin duda fue mucho más lucidora que años anteriores.
“Mi abuelita ama esta tradición. La estaban dejando morir. Tratamos de hablar con cada barrio, de juntarlos, animarlos”, manifestó Dulce, quien vestía un vestido rojo muy mexicano, que hacía juego con la decoración tricolor de la plaza principal.
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