Rosy trabaja las piñatas durante todo el año, pero a menor escala; sólo las que le mandan a hacer para cumpleaños
Algunas de las piñatas que elabora Rosy. Foto: Miguel Cerna.
Miguel Cerna.- A pesar de que en años anteriores la semana previa a la navidad era la de más movimiento para Rosy, en esta ocasión las ventas han sido lentas. Ella lo atribuye a la gran competencia que hay en el municipio.
Rosy empezó a elaborar piñatas a raíz de una condición física que limitó la movilidad de sus piernas. Al ser un trabajo que sólo requiere habilidad manual, lo adoptó como un medio para generar ingresos e invertir su tiempo.
En su casa de estilo antiguo, ubicada en la calle Nicolás Bravo, casi esquina con Morelos, penden del techo de tejas más de 30 piñatas de diferentes figuras y precios. Ella, junto con su empleada y amiga “Pau”, trabaja en el patio central de 3:00 a 9:00 de la noche.
Rosy trabaja las piñatas durante todo el año, pero a menor escala; sólo las que le mandan a hacer para cumpleaños. Para la temporada navideña se prepara con dos meses de anticipación para reunir el periódico suficiente, pues cada pieza lleva alrededor de un kilo de ese papel.
A pesar de que empezó sin una capacitación, por la necesidad, con el tiempo y la experiencia ha ido desarrollando su propio estilo. “Todavía ando aprendiendo”, dijo con modestia. Ahora su catálogo lo ofertan estrellas, burritos, renos, borreguitos, pinos, Santa Claus y cualquier personaje que le pidan.
Rosy declaró que “Sí tienen su chistecito” (sic) la elaboración de las piñatas, especialmente cuando son personajes de las caricaturas, pues van cambiando constantemente.
A Pau, su empleada y amiga que también vive con una discapacidad debido a que su mano izquierda no creció como la derecha, le gusta todo lo que hace porque ahí se enseñó. Le da satisfacción que su trabajo sea reconocido y buscado. “Ahora que es navidad, me gustaría que el gobierno hiciera como un tianguis de piñatas. Lamentablemente no ven esto como una manualidad (artesanía), no lo toman mucho en cuenta”, comentó.
También consideró que debería haber un apoyo destinado a las personas con discapacidad, no solo a las madres solteras, adultos mayores y otros sectores vulnerables de la sociedad.
Debido a diferentes capacitaciones que ofreció el gobierno en diferentes momentos, las artesanas atribuyeron la disminución en las ventas, pues aseguraron que cuando iniciaron, eran a lo mucho, tres personas las que se dedicaban a la actividad, y ahora “ya casi todo joco hace piñatas”.
En la casa de Rosy, marcada con el número 15, hay piñatas desde los 25 a los 90 pesos. La más vendida es la estrella media de 80 pesos, y se pueden comprar desde las 7:00 de la mañana, hasta las 10:00 de la noche.
“Me deja bonitas experiencias, porque pues ahorita por los colores. Me gusta hacer, me gusta mi trabajo, lo que hago, además de que los niños se divierten”, concluyó la propietaria.
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