La llegada del Radisson Blu a la ribera
Por: Santiago Baeza
Renovarse o morir. A mediados de la semana comenzó a correr en redes sociales una noticia que no puede pasar desapercibida. La nota se la llevó Hotel News Resource, una página en internet con sede en Canadá, especializada en noticias relacionadas con hotelería de gran turismo: el anuncio de la alianza de un grupo de inversionistas ribereños bajo la firma Sun Star con la transnacional británica Carlzon Rezidor Hotel Group, que maneja cerca de cuatrocientos hoteles Raddison Blu en más de cien países alrededor del mundo.
Según la noticia publicada, se trata de un acuerdo para desarrollar y operar al menos cinco hoteles en la región occidente de México, incluyendo Guadalajara y Chapala. Todo parece indicar que el primer hotel será ubicado no en Ajijic, como erróneamente señala la nota publicada, sino en San Antonio Tlayacapan, concretamente en el libramiento, dentro del exclusivo fraccionamiento que lleva por nombre El Dorado.
El anuncio debe ser celebrado por varios motivos. De entrada, esta ribera de Chapala pide a gritos más habitaciones, pues hoy (diría hoy por hoy, pero nunca falta quien me regañe por usar lugares comunes) con tres bodas tapatías tenemos para saturar la ocupación hotelera en la región. Lo interesante en este caso, es que el próximo hotel que se anuncia será el primero en la historia que viene bajo la firma de una cadena internacional y en este caso, una de las más prestigiosas del mundo.
La derrama económica que significará su edificación, la generación de empleos directos que implicará su operación, la oportunidad de ofertar más habitaciones al turismo nacional y extranjero (sobre todo el europeo), la posibilidad de que el gobierno estatal y federal por fin se interesen en promover esta zona debido al empuje que esto representa como oportunidad de mayores inversiones públicas y privadas, así como el aprendizaje que puede llegar a tener el sector turístico ribereño tras el arribo de una empresa de tal tamaño, tienen sin duda un valor que nadie con un mínimo de inteligencia se atrevería a desdeñar.
La zona anunciada para el próximo Raddison Blu Tlayacapan (el nombre es propuesta mía y es para hacerle justicia a este maravilloso pueblo) es precisamente la mejor ubicación: el corredor más vanguardista que se encuentra sobre el libramiento, junto a desarrollos tan enigmáticos como el estudio cinematográfico digital Chapala Media park, diversas instituciones educativas como el Colegio Internacional y el Instituto Tecnológico de Chapala, así como el centro comercial Centro Laguna.
El desarrollo no impactará la fisionomía tradicional ni de Ajijic, ni de San Antonio, ni mucho menos pondrá en entredicho la mala idea de convertir Chapala o alguna de sus delegaciones en Pueblo Mágico (insisto, la magia ribereña no requiere de nombramientos burocráticos). Es más, ayudará a consolidar una zona que poco a poco comienza a vislumbrarse como la de vanguardia de la región.
De que el desarrollo que se anuncia podría cambiar para siempre la fisionomía y las dinámicas ribereñas, no solo es posible sino deseable. El canadiense que compró las ruinas de la antigua hacienda de Ajijic a principios del siglo pasado para convertirla en posada también lo hizo. Cuando la familia Aguilar, de abolengo terrateniente tapatío compró y fraccionó a mediados del mismo siglo el huerto de la antigua hacienda para desarrollar La Floresta (uno de mis lugares favoritos por acá), también contribuyó a que la zona cambiara. Esa es parte de la historia de esta región y hoy reconocemos que esos cambios que en su tiempo fueron audaces, ahora se agradecen.
Ni Ajijic ni San Antonio son pueblo estáticos, ni la naftalina es un olor característico de estos lugares. Son pueblos vivos y el desarrollo es parte de su esencia, siempre y cuando este desarrollo no irrumpa sino abone. Este es el caso. Chapala municipio y sus pueblos merece inversión, más turismo, reposicionarse en el mapa de las buenas noticias y aprovechar oportunidades como esta.
No faltará el obtuso que quiera que las cosas se queden como están, ni el profeta del pasado, ni el oportunista que quiera sacar raja oponiéndose, ni el negativo que siempre pretende sobresalir quejándose, ni el que vea afectados sus muy particulares intereses. Los que de una u otra forma radicamos en esta zona sabemos muy bien que Chapala necesita, le urgen nuevos aires, pues a nuestros actuales turistas les quedan a lo mucho unos diez años de vida.
Quizá esta es la oportunidad que estábamos buscando para oxigenar, rejuvenecer, reactivar e impulsar el turismo que sostiene a esta región. Aun cuando un hotel nuevo seguro no hace verano, este, el primero de lo que será una serie de hoteles en Jalisco y posiblemente en otros estados del occidente de México operados en parte por habitantes ribereños, será sin duda la oportunidad que esperábamos para replantear las estrategias de promoción turística, no sólo de Chapala, sino de toda la región ribereña.
Hoy estamos ante la posibilidad de tomar un nuevo aire. Si tenemos olfato (los ribereños) e intuición (las ribereñas), no dejaremos pasar la oportunidad de este nuevo proyecto turístico para sumarnos y proponer nuevos activos y atractivos para la zona. De otra forma, solo será un hotel más construido en la ribera. Pero dudo que sea así aquí hay talento, creatividad y por qué no decirlo, también necesidad. Aprovechemos esta oportunidad y demos la bienvenida a Raddisson blu, sí, pero sobre todo a la firma local Sun Star, conformada por gente de este pueblo.
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