La escuela federal Francisco Márquez y la secundaria Santos Degollado, se lograron gracias al esfuerzo de padres y maestros
Cruce de las calles Encarnación Rosas y Galeana, donde se encuentran la secundaria Santos Degollado y la primaria Francisco Márquez/Irene Robledo. Foto: Sofía Medeles.
Sofía Medeles.- Aunque actualmente es relativamente fácil acceder a la educación, en décadas anteriores esto representaba un gran reto. En el poblado de Ajijic fue gracias al esfuerzo y dedicación de padres de familia, un maestro y varias personas caritativas, que se logró tener dos escuelas a mediados de los años 70s.
Esta historia la compartió Cecilia Antolín, una mujer que, en su juventud, fue parte del comité de padres de familia de los niños que en el futuro serían la primera generación de la escuela Francisco Márquez/Irene Robledo.
Cecilia contó que hace poco más de 48 años solo existían dos escuelas: la Marcos Castellanos y Saúl Rodiles Piña, y ambas eran muy pequeñas, teniendo tan solo un par de salones, por lo que no cumplían con la demanda de alumnos.
Debido a esta situación, los padres de los niños que no tenían cupo en ninguna de las escuelas, se vieron en la necesidad de rentar varias casas, a las cuales asistían los pequeños, y recibían clases de profesores que venían de la Zona Metropolitana de Guadalajara.
«Eran maestros tan buenos, tan jóvenes, que daban sus clases con mucha pasión, mucha alegría y vocación, además eran cercanos con sus alumnos y con los padres de familia. Todos ellos venían de Guadalajara», agregó Cecilia.
En un punto, los padres pensaron que no era suficiente que recibieran clases en distintos espacios que no estaban adaptados para ser una escuela, por lo que pusieron manos a la obra y empezaron a buscar predios y a los dueños, con el propósito de que alguna persona se apiadara de los alumnos y apoyara con un espacio para iniciar con la construcción de la escuela.
«Estuvimos de sol a sol, buscando un terreno. Hubo varias opciones, pero al final no se pudieron. Nos ofrecieron donde ahorita está la Fonda Doña Lola, pero el profesor que estaba con nosotros, Óscar Ruiz Reyes, nos dijo que no, que era un lugar pequeño y que los niños necesitaban canchas, baños y muchos salones».
Al final, encontraron un espacio, donado por un señor, que aunque la entrevistada no recuerda el nombre, aseguró que le apodaban “el matraco”, quien era dueño de predios extensos, como en el que vivía, que se encontraba entre la calle Colón y Parroquia, que abarcaba desde donde se encuentra el banco BBVA, hasta el restaurante “El Jardín”.
“Él estaba solo con su esposa, no tuvieron familia, y fue él quien apoyó la causa. En el terreno que destinó a la educación, es donde ahora está la primaria Francisco Márquez, la secundaria Santos Degollado y la cancha”, agregó.
Al ser donado el espacio, el profesor que acompañó durante el proceso al comité de padres de familia, Óscar, se puso manos a la obra con la parte administrativa, yendo por permisos y solicitando una institución en la Secretaría de Educación Pública, así, la primaria se convirtió en una escuela más “en forma”, y poco después, llegó la secundaria.
Además de ser el profesor y primer director de la primaria, Óscar Ruiz Reyes, algunas de las personas que estuvieron en este proceso fueron: Cecilia y Eufrasia Antolín, Eusebio “Chebo” Blas, entre otros. “Ya todos estamos grandes y algunos se murieron”, mencionó la señora Cecilia.
Tanto la tercera primaria como la única secundaria pública del poblado, aún siguen en funciones, y aunque las instalaciones se han reportado algo deterioradas en sus instalaciones, todavía reciben nuevas generaciones de alumnos.
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