Saber ganar, saber perder
Por Santiago Baeza.
Alejandro Aguirre no solo compitió contra seis candidatos que le disputaron la alcaldía de Chapala, también compitió contra todo el aparato del gobierno federal, contra sus programas clientelares y contra un ejército de promotores del voto: los Servidores de la Nación, a quienes además (quizá de manera ingenua) siendo alcalde, les habilitó espacios del municipio para que desde ahí promovieran el voto a favor de Morena y en contra de la coalición Fuerza y Corazón por Jalisco, a través de amenazas de quitar los programas sociales a quienes no sufragaran a favor del partido guinda.
El alcalde reelecto compitió también contra el mismísimo Presidente de la República, quien desde su púlpito mañanero utilizó todos los recursos a su alcance para reducir las posibilidades de la oposición en todos los niveles. Sus más de cincuenta violaciones a la ley registradas por los órganos electorales no sólo iban dirigidas a socavar la credibilidad de la candidata de la oposición a la presidencia de la república, sino también a debilitar a todas y todos los aspirantes opositores a cualquier cargo de representación, desde las senadurías, hasta las más modestas alcaldías del país. Chapala no fue la excepción.
Aguirre ganó a las buenas a pesar de todas las trampas de Morena. Y aún así, Juan de Dios “Bebo” García, al verse derrotado, tomó la desafortunada decisión de impugnar el resultado. A nadie debe sorprender, pues la táctica del partido de López Obrador ha sido la misma en Jalisco y en México. Impugnaron también el triunfo del candidato al gobierno de Jalisco, Pablo Lemus. Bajo la lógica de “hay que tirarle a ver si pega”, el partido oficial está impugnando básicamente todas las elecciones donde quedó en segundo lugar.
Para que la democracia funcione se necesitan dos tipos de contendientes: candidatos triunfadores que sepan ganar y candidatos derrotados que sepan perder. En el primer caso se requiere humildad y en el segundo, dignidad. Ésta no fue una elección del todo democrática, poco a poco vamos desentrañando las triquiñuelas de las que se valieron los de Morena para obtener sus triunfos. Aún así, la alianza PAN-PRI-PRD, a pesar de enfrentarse a una elección (casi) de Estado, logró imponerse por medio del voto.
Dicen que el “hubiera” lo inventó el Atlas. Es un tiempo gramatical que no existe, pero que bien aplica al candidato perdedor. Si hubiera logrado una coalición con el PT, el Verde, Hagamos y Futuro, en lugar de ir cada uno por su cuenta, quizá el resultado sería distinto. Pero no fue así. Además, todo manual mínimo de campaña asegura que las derrotas se deben más a errores propios que a los aciertos del contrario. Es decir, el alumno reprueba por burro y no por culpa de la maestra.
Toda contienda conlleva aprendizajes y hoy le toca a Bebo aprender. Primero, que el tiempo no es reversible y que no hay vuelta atrás. Todo lo que no se hizo en su momento es parte del pasado. Y segundo, que aunque tuvo los dados cargados a su favor, no le alcanzó para ganar. En ese caso, lo más recomendable para él es reconocer el lugar que le corresponde y se prepare para ser un regidor de oposición en el próximo cabildo de Chapala.
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