Siendo la mayor de nueve hermanos, tuvo una vida difícil, pero continúa luchando día a día
La señora María de Jesús Flores Flores, originaria de Ajijic. Foto: Andrea Marquez.
Abril Ramos Márquez (Ajijic, Jal).- María de Jesús Flores Flores es originaria de Ajijic. A sus 69 años, sentada en su comedor mientras teje unas pantuflas con sus manos agrietadas debido al duro trabajo que ha realizado en el campo a lo largo de toda su vida, nos relata cómo ha sido su vida como campesina.
Creció en una familia humilde al lado de ocho hermanos. Su vida no fue fácil; sólo estudio hasta tercero de primaria, porque al ser la hermana mayor tenía que cuidar de sus hermanos cuando sus padres salían a vender lo que se cosechaba en el campo.
Doña “Chuy”, como es conocida, inició su trabajo en el campo a la edad de cuatro años para ayudar a sus padres, quienes también fueron campesinos de toda la vida. En sus tierras sembraban maíz, frijol, calabaza, jitomate, chile, rábanos, cilantro, entre otros, y no sólo eso, también recolectaban en el cerro camote y nopales.
Aún siendo una niña pequeña ayudaba a sus padres, no sólo en la siembra del campo, sino también haciendo tortillas para venderlas. Se recolectaba el maíz que sembraban para hacer el nixtamal, pero al no tener molino, realizaban esta labor a mano. Como era muy pequeña, ella tenía que subirse a un banco para poder alcanzar el comal y tortear, mientras su padre le ayudaba a voltear las tortillas.
Se casó a la edad de 18 años, creyendo que así su vida sería más fácil y se independizaría de sus padres, pero no fue así. Se acercó aún más a ellos cuando nacieron sus diez hijos, quienes crecieron a lado de sus abuelos. Señala que al lado de sus padres, a sus hijos nunca les faltó un plato de comida en la mesa por más mínimo que fuese.
Debido a la época en la que creció, su vida como mujer fue muy dura, ya que la desigualdad entre hombres y mujeres que se vivía en aquellos tiempos era muy evidente. Nos cuenta cómo las mujeres tenían que ser sumisas ante su marido. No podían salir solas, calzar huaraches o salir de su casa con el cabello suelto. Tenían que vestir completamente cubiertas de pies a cabeza. Además, tampoco podían hablar con personas ajenas a su familia, ya que por vivir en un pequeño pueblo como Ajijic, si estabas casada y alguna persona llegaba a verte hablando con alguien más que no fuera tu marido o alguien de tu familia, comenzaban a hablar mal de ti, señalándote como una cualquiera. Esto también pasaba cuando quedabas embarazada y no estabas casada. Recuerda que hasta llegó a ver cómo apedreaban a mujer por esta razón.
Actualmente, Doña «Chuy» continúa trabajando en el campo siendo agricultora al lado de su esposo, José María. Juntos trabajan el campo desde que amanece a las seis de la mañana hasta antes de que el sol se oculte a las seis de la tarde. Aún continúa siguiendo el ejemplo de sus padres, vendiendo por las calles los rábanos, el cilantro, cebolla y elote cuando está en temporada.
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