La Virgen de Lourdes durante su coronación el 11 de febrero en la capilla de su barrio.
Jazmín Stengel.- Este año, la imagen de la Virgen de Lourdes conoció su barrio a fondo. Debido a la cancelación de las fiestas religiosas y procesiones por la pandemia, los vecinos recibieron en su casa la visita de la venerada imagen el pasado 11 de febrero.
Al tener prohibida la acostumbrada procesión al templo de San Francisco de Asís, la guardia optó por recorrer las casas y calles de su vecindario, dándoles la oportunidad de disfrutar en la intimidad la presencia de Nuestra Señora de Lourdes.
«No nos íbamos a quedar con los brazos cruzados», expresó Carmelita, quien cada año ayuda a organizar la kermés que se pone en el estacionamiento, a las afueras de la Capilla de la Virgen de Lourdes, donde habitualmente se realizaba la fiesta.
«Les dijimos (a los vecinos) que no podían venir en la procesión pero que pasaríamos con la imagen a sus casas», y como obra de magia, todos corrieron a sus hogares para recibir a la sagrada (imagen), comentó el esposo de Carmela. Esto gustó mucho al barrio, ya que «fue algo bonito e inolvidable», expresó un joven vecino.
La coronación de Nuestra Señora de Lourdes por lo regular suele hacerse a las seis de la mañana, sin embargo, ahora con las actuales restricciones y a petición del señor cura a cargo, se realizó hasta la misa de «los enfermos», al mediodía. Durante esa eucaristía, la gente agradeció los milagros que la Virgen les ha concedido, besándola y acariciándola una vez con su corona puesta.
La fiesta solía durar toda la noche, con cohetes, castillos, bebida y mucha comida, más este año tampoco se pudo. Pero eso no cambió la fe, ni la lealtad de sus feligreses quienes la escoltaron durante todo el día hasta el retiro de su corona, casi a las diez de la noche.
La corona fue donada hace 50 años, según cálculos de los vecinos, por habitantes de la colonia francesa que ayudaron a construir la Capilla de Lourdes en 1940, coordinados por Guillermo González Hermosillo y Brizuela.
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