Promotores de enervantes para recreación, “invitados” a convivir con consumidores consuetudinarios
Por: Pascacio Taboada Cortina.
En los últimos días han causado revuelo las declaraciones en distintos medios de comunicación, “a título personal”, del secretario de Turismo, Enrique de la Madrid, en torno de la legalización del uso de la marihuana con fines no teparéuticos, sino con toda la intención de convertir al enervante en una fuente de recursos monetarios en los centros turísticos mexicanos visitados por millones de turistas de todo el mundo. Habló en específico de Cancún y Los Cabos.
Ante la presión de que fuera una “declaración oficial” por la condición de secretario de Estado del Gobierno Federal, de la Madrid tuvo que afirmar que “era una declaración estrictamente personal”. Y sí, así fue aceptado públicamente. En tiempos recientes, muchos personajes se han referido a “esa necesidad” de dar a la marihuana uso medicinal, incluido en este caso el Presidente de la República, Enrique Peña Nieto, sobre todo para personas con padecimientos endémicos.
Pero también hay personajes de la política y de gobiernos recientemente pasados, que se han referido al uso “lúdico”, fundamentalmente de la marihuana, por representar una fuente de riqueza de grandes dimensiones e inagotable. Los valores monetarios que se manejan son en miles de millones de dólares, de euros o de libras esterlinas.
El expresidente Vicente Fox Quesada encabeza la lista de los que están a favor de que se legisle y la marihuana se utilice para uso común. El exmandatario ha referido que ese dinero que manejan en grandes cantidades los narcotraficantes debería ser captado por el fisco federal e incluso se ha atrevido a darle uso como alternativa de capitalización del sector empresarial. No es raro que se hayan realizado “seminarios” sobre el tema en su “Centro Fox”.
También el destacado el médico especialista en psiquiatría, exrector de la UNAM y exsecretario de Salud, José Ramón de la Fuente, quien se pronunció por el uso común de la marihuana, y le siguió su colega, también exrector de la UNAM y actualmente secretario de Salud, el doctor José Narro, en el mismo sentido.
Hay que señalar que en medios de comunicación se ha promovido el uso de la marihuana no precisamente como calmante en casos de enfermedades. De los participantes del programa “La hora de opinar” en Televisa, al menos Héctor Aguilar Camín se ha manifestado a favor del uso recreativo de la marihuana.
Sí, en gran parte de los países del mundo existe mucha gente que estaría dispuesta a hacer lo imposible por conseguir fácilmente el enervante. En Europa y en Estados Unidos es público y notorio que circula la marihuana ya respaldada por leyes e instituciones gubernamentales, sea para uso medicinal o para recreación. En varias ciudades de EU hay expendios abiertos al público donde se comercializan enervantes, principalmente marihuana en distintas presentaciones.
A todas aquellas personas que pregonan que la marihuana es la “mejor medicina para la recreación”, primero tendrían que responder si serían capaces de convivir y soportar la conducta de un adicto. Si no tienen hijos, pues como decían las abuelas “cada quien su churria”, pero si los tienen, obviamente serían un mal ejemplo que trasciende a las escuelas de los niños y jóvenes.
Una persona adicta —no hay que olvidar que la marihuana causa adicción— no tiene cabida en los diferentes círculos sociales, laborales o profesionales. Tarde o temprano, la expulsan. No es confiable ni tiene la responsabilidad que una persona normal no usuaria de enervantes.
Los habitantes de grandes conglomerados urbanos, como es la vida cotidiana de las ciudades medianas y grandes, viven y conviven con mucha gente en edificios de hasta diez o quince pisos. Si en las colindancias entre departamentos hay consumidores de marihuana, inmediatamente se huele. Empieza el “estira y afloja”.
Para gente que no acostumbra los enervantes, es muy desagradable que frente a su puerta o al lado esté saliendo constante o frecuentemente el clásico aroma de la marihuana, o que en la madrugada llegue el vecino “que se las truena”, y empiece a ser motivo de escarnio por virtud de que, en su concepto, “está en su derecho de hacer lo que le venga en gana y hasta fumarse uno o dos carrujos en ‘su departamento’”, sin reflexionar que, su techo es el piso del vecino de arriba, y que su piso es el techo del vecino de abajo.
Tener un familiar cercano que le guste la “recreación”, o a dos o a tres, es un gran problema para la familia. Primero porque se debe tener cuidado con bienes y dinero. Las personas adictas no son de confiar. Les urge la necesidad de conseguir dinero a como dé lugar, con engaños, con patrañas o, de plano, robar lo que esté al alcance de la mano.
Por otra parte, entre más cercana es la persona adicta, invariablemente causa preocupación para los familiares. Obviamente que sus amistades son de la misma “calaña”. Y a su vez, los adictos no llegan a comprender que sus familiares viven con la angustia de qué les pueda ocurrir en esas andanzas, o algún accidente.
Estas son las premisas que deben saber, conocer y reflexionar aquellos que, al momento de decir, entre socarronas y en serio, “que se debe liberar el comercio y consumo de drogas”, para que sus ‘sugerencias’ se las guarden para los tontos que desean conocer otros mundos y otras experiencias alucinantes, a costa de la paz y tranquilidad de los demás. No tienen derecho de crear angustias y preocupaciones a sus seres, queridos o no, más cercanos.
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