Los árboles no pueden hablar, así que el gobierno debería hacerlo
Por Patrick O’Heffernan.
El pasado martes 11 de julio por la mañana, obreros y maquinaria pesada se presentaron frente a la carnicería Los Tres de Ajijic para retirar seis ficus maduros situados a lo largo de la ciclovía. Los comerciantes y residentes locales fueron alertados de la remoción de árboles, cuando la maquinaria se encendió y los trabajadores comenzaron a arrancar ramas.
Según la directora de Ecología de Chapala, Carmen Corona de la Torre, cuatro de los seis árboles estaban muertos y los otros dos fueron retirados para evitar su caída. La dirección de Comunicación Social ha asegurado en redes sociales que los árboles serán sustituidos, muy probablemente por rosa morada y palo dulce, y que se construirá un muro de contención y jardineras para evitar que las raíces queden expuestas.
La eliminación de árboles es un tema delicado en Ajijic. Varios árboles alrededor de la Plaza Bugambilias fueron masacrados este año por equipos privados contratados por una agencia gubernamental para hacer la «poda» de árboles, lo que dio lugar a quejas de incompetencia y falta de aviso. Otros árboles fueron talados a lo largo de la carretera en Las Flores porque, como los talados el martes, estaban enfermos y en peligro de caer (¡algunos cayeron!).
El departamento de Ecología ha estado examinando los árboles a lo largo de la carretera durante algún tiempo, marcando los que están enfermos con cinta amarilla que necesitan tratamiento o eliminación. Hay que felicitar a Corona de la Torre por este esfuerzo con visión de futuro.
El proceso actual es encomiable, pero adolece de una flagrante omisión: el público.
Los árboles son fundamentales y queridos. Dan sombra, limpian el aire, reducen el ruido del tráfico. Pero, sobre todo, definen un barrio. Un barrio frondoso, con árboles que dan sombra a los paseos, lleno de pájaros, que suavizan las líneas rectas y los ángulos de tanta arquitectura reciente, es un barrio acogedor.
Y es un barrio más valioso. Por eso, no es de extrañar que la gente se enfade cuando llegan motosierras y excavadoras sin calentar y atacan a sus queridos vecinos laborales.
Por eso el ayuntamiento debe ser especialmente enérgico con su comunicación sobre los árboles. Debería repartir folletos en los barrios, anunciando la próxima poda de árboles. Debe explicar los hechos: no llame «poda de árboles» a la eliminación de árboles. Debe explicar por qué. Y debería asegurarse de que los medios de comunicación estamos bien informados de antemano para poder hacer reportajes. Y debería colocar siempre carteles que digan «Trabajos de arboricultura en curso», explicando exactamente qué está ocurriendo y por qué.
El ayuntamiento debería prestar especial atención a la formación de los equipos de trabajo en el trato con el público. Enseñarles a tratar a los residentes -que pagan sus sueldos- con respeto e información completa. Nada de comentarios del tipo «estás loco» a quienes se quejan de la retirada de árboles. Dotarles de folletos en inglés y español que expliquen lo que están haciendo y por qué, y qué ocurrirá después: ¿se sustituirán los árboles? ¿Qué tipo de árboles? ¿Habrá jardineras?
Mejor aún, el director de la Oficina de Comunicación Social debería llegar con el equipo de trabajo y responder a las preguntas. Y debería poner a trabajar las redes sociales. Si un solo empleado de un comerciante puede reunir a 200 personas para protestar en Facebook, la oficina de Comunicación Social debería ser capaz de hacer llegar la información al menos a esa cantidad. Deberían publicarse mensajes en inglés y español en los grupos de Facebook de expatriados y mexicanos, para llegar a miles de personas.
Amamos a nuestros árboles, pero no pueden hablar. Si vamos a confiar en el gobierno para cuidar de nuestros árboles, debe hablar por ellos.
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