Entre tumbas y leyendas de Jocotepec
Hasta la fecha, pocas son las almas que se atreven a pasar por este callejón a altas horas de la noche por el miedo de toparse con el jinete misterioso. Aún en la muerte, Toscano siguió asaltando los caminos de la región.
Miguel Cerna.- En la vida o en la muerte, el temible bandolero de la región de la Ciénega de Chapala, Martín Toscano (1754-1803), hizo de las suyas en muchos de los municipios aledaños al lago; Jocotepec no fue la excepción.
Esta leyenda da cuenta de un encuentro de ultratumba, de un joven enamorado con Toscano en uno de los caminos más antiguos y tenebrosos del pueblo: la calle del Ánima Sola, que en la época de la colonia fue usada como camino real por donde se transportaban las mercancías.
Fue una noche de 1935, entre la oscuridad y los murmullos que se apoderan de este callejón. Un muchacho de la cabecera regresaba de visitar a su amada, que vivía en Zapotitán de Hidalgo, como en cuestiones del amor las horas vuelan, lo alcanzó la penumbra de la madrugada.
A lo lejos, con el claro de la luna, este joven distinguió la silueta de un jinete que lentamente se dirigía a Jocotepec. Cuando menos lo pensó, ya había emparejado su marcha con la del hombre misterioso.
Vestido elegantemente de negro de pies a cabeza y montado en un caballo igualmente negro, este hombre, cuya cara era indescifrable, saludó al joven enamorado, mismo que correspondió con amabilidad dispuesto a entablar una conversión para regresar con compañía; sin esperar jamás lo que le pasaría.
Justo antes de llegar al panteón, el hombre misterioso le pidió un cigarro, mismo que el joven le entregó presurosamente.
En seguida, el joven sacó una caja de cerillos del bolsillo de su camisa. Al encender uno y acercarlo a la boca de su nuevo acompañante nocturno, la poca luz que lo iluminó, borró su aspecto de hombre y ante su mirada, apareció una criatura infernal con los ojos de fuego.
Tal fue el susto del jovencito que al ver a semejante espectro, cayó desmayado de su caballo, perdiendo el conocimiento hasta que fue encontrado al amanecer tirado en el camino. Aunque al inicio los que lo ayudaron lo tacharon de borracho, al contarles su encuentro de ultratumba con un jinete, todos quedaron impactados.
Fue así, a la mala, como este pobre joven acató la advertencia de Martín Toscano de no pasar por el Ánima Sola a altas horas de la noche, tal fue su miedo de volverlo a encontrar que jamás regresó a visitar a su amada.
*Con información proporcionada por Diana Machuca, encargada del Archivo Municipal y coautora de la investigación titulada “Entre Tumbas y Leyendas de Jocotepec”.
Los comentarios están cerrados.
© 2016. Todos los derechos reservados. Semanario de la Ribera de Chapala