El triunfo de Trump
Contra todo pronóstico, Donald Trump ganó el pasado martes las elecciones presidenciales de EEUU, tras una campaña basada en buena medida en contenidos xenófobos destinados a todas aquellas comunidades que no representan los valores blancos y protestantes de las clases menos educadas de ese país, dardos que fueron dirigidos principalmente a los inmigrantes mexicanos, a quienes el magnate y ahora presidente electo del país vecino tachó de “violadores” y “delincuentes”.
A pesar de presumir de ser una nación multicultural y diversa, aún y cuando México es el segundo socio comercial de ese país, el voto mayoritario de la Unión Americana optó por una opción nacionalista al extremo, hostil con cualquier color de piel que no sea el suyo y con cualquier otra cultura que no represente el “American way of life”, como es el caso de judíos, musulmanes y por supuesto latinos.
Todavía falta por ver si las propuestas de Trump con relación a México se cumplirán, como lo es la deportación masiva de inmigrantes indocumentados y la construcción de un muro fronterizo, el cual se supone, nosotros habremos de solventar, o si esas propuestas sólo forman parte de un extenso catálogo de comentarios impropios, indignos e irrealizables, pues se circunscriben dentro de una inocente “charla de vestidor”.
Lo cierto es que ese proceso electoral y su inesperado desenlace han reabierto antiguas diferencias culturales entre EEUU y nuestro país, las cuales se supone que ya habían sido superadas. Lamentablemente los prejuicios raciales formaron parte de la agenda política de esa campaña electoral e influyeron notablemente en el triunfo del republicano. Es de esperarse también que la euforia del triunfo racista en EEUU genere una tensión hacia con las minorías no blancas y que esta crisis derive también en una actitud poco amigable de esas minorías hacia con la población anglosajona.
Ante esta situación, el pueblo de Ajijic y en general los habitantes de los pueblos ribereños debemos ser cautos y mesurados, pues en buena medida la economía de estos lugares depende de nuestra hospitalidad hacia todos los extranjeros turistas y residentes que buscan en esta zona un lugar tranquilo para habitar, ya sea de forma permanente o temporal. Muchos de estos extranjeros son norteamericanos que ejercieron su voto y en su mayoría rechazaron a quién a partir de ahora dirigirá los destinos de su país.
La imprudencia, el odio estéril y el pseudonacionalismo insensato lejos de beneficiarnos pueden perjudicarnos de una manera terrible. Si de por sí el valor de nuestro peso mexicano se devaluó en pocas horas de conteo electoral, cualquier indicio de revanchismo hacia la comunidad extranjera residente en la ribera podría provocar una mayor e innecesaria crisis financiera en las empresas turísticas de Chapala y Jocotepec.
Yo estoy seguro de que la gran mayoría de los gringos residentes en los alrededores del lago de Chapala amanecieron este miércoles compartiendo la depresión postelectoral del pueblo de México, pues tanto ellos como nosotros veían en Clinton a la mejor opción para su país; que son gente que ama y admira a México y a su gente y por eso optaron por establecer su residencia en un país que no es ni de “violadores” ni de “delincuentes”, sino de gente amable, hospitalaria y trabajadora.
Démosle a todo el mundo una lección de primermundismo y multiculturalidad. Demostremos que somos gente civilizada y respetuosa. Utilicemos el guante blanco como respuesta al racismo del que injustamente hemos sido objeto, pues también estoy seguro de que muchos norteamericanos blancos y de todos los colores buscarán en Ajijic y en otros pueblos de México un refugio seguro a la gravísima crisis política y social con la que despertó EEUU a mediados de esta semana, pues el rumbo político que tomó ese país seguro provocará una diáspora de intelectuales y liberales que de plano rechazan este regreso de las viejas y anquilosadas políticas del “lejano oeste”. Aceptémosles como quisiéramos que nuestros “hijos ausentes” fueran recibidos allá.
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