¡El chisme está que arde! Resulta que, en la zona de La Canacinta, arriba en la montaña, se está construyendo…
¡El chisme está que arde! Resulta que, en la zona de La Canacinta, arriba en la montaña, se está construyendo un megaproyecto turístico que incluye, entre otras obras, un hotel que contará con: más de setenta habitaciones, un spa y fitness center, carriles de natación de veinticinco metros de longitud, restaurantes y salones para eventos, torres de varios niveles para villas y un “sky club” con áreas comerciales.
Alarmados por el impacto que este proyecto tendrá en esa zona, los vecinos se organizaron para lograr por la vía legal la suspensión de las obras de construcción, ya que el rosario de irregularidades es tan largo y evidente que incluso invita a sospechar de una connivencia de corrupción entre la empresa promotora y algunos funcionarios de la pasada y de la presente administración municipal de Chapala.
De entrada, el uso de suelo es totalmente incompatible con el destino que pretende darse a esa propiedad, ya que el plan parcial es para uso forestal. En este sentido, los quejosos acusan de una posible intención de modificar este plan parcial, pero de manera irregular, brincándose los procesos que establece la ley. Incluso los vecinos señalan que aún y cambiando de forma ilegal el uso de suelo, el proyecto turístico en cuestión rebasaría por mucho la cantidad de habitaciones permitidas.
La licencia municipal de construcción es al parecer una broma de mal gusto, pues autoriza cuarenta y seis habitaciones (demasiadas para el uso de suelo hoy establecido). Sin embargo, las habitaciones que la empresa promotora anuncia en su publicidad son muchísimas más. Por si esto fuera poco, los abogados de los demandantes han encontrado oficios falsos emitidos por la autoridad municipal. Uno de los documentos que integran el expediente, supuestamente generado durante el año de 2017, tiene impresa al calce la leyenda oficial autorizada para el año 2018.
En cuanto a los servicios, el impacto a futuro sería altísimo, pues en esa zona no hay instalaciones para la descarga de drenaje. Además, existe solo un pozo de abastecimiento de agua del cual dependen todos los vecinos del sitio, por lo que se prevé una saturación en el consumo del líquido y una afectación al volumen disponible, en detrimento de los actuales habitantes de ese espacio.
Finalmente, el daño al entorno natural se antoja más que evidente. Actualmente ya se pueden apreciar los bodrios de concreto de varios niveles que se están levantando en lo alto de la montaña, lo cual ha generado ya un terrible atentado contra el ecosistema en cerro de la Chapinaya. Con cierto dejo de cinismo, la empresa propietaria de este proyecto asume un “legítimo compromiso ecológico”, según se lee en su publicidad.
Un juzgado otorgó la suspensión de las obras de construcción, al considerar que los vecinos demandantes, a través de sus abogados, lograron demostrar estas irregularidades. Sin embargo, y de manera un tanto sospechosa, el ayuntamiento de Chapala, hasta el día en que escribo este artículo, se ha negado a ejecutar la orden judicial con el argumento de que no ha sido oficialmente notificado. Sin embargo, la resolución del juez sí tiene acuse de recibo por parte del ayuntamiento, con fechas del 6, 10 y 13 de junio pasados.
Ante esta situación, resulta urgente que el actual ayuntamiento de Chapala, encabezado por Moisés Anaya, quien por cierto se postuló bajo las siglas de Movimiento Ciudadano, se defina con claridad. ¿De qué lado están, del lado de la corrupción y del empresariado rapaz y egoísta o están del lado de la legalidad, del respeto a la naturaleza y de los ciudadanos, a quienes deben su cargo y su sueldo?
Quienes ganaron la alcaldía en Chapala lo hicieron por un muy estrecho margen a su favor. En ellos y en sus acciones u omisiones está el que logren retener el poder en la siguiente campaña electoral o que lo terminen cediendo a otra opción debido a que no pudieron o no quisieron ejercer su autoridad en beneficio del pueblo de Chapala. Ellos podrán hacerse de la vista gorda, pero la sociedad no. Todavía están a tiempo de rectificar.
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