EL CÁNCER DE LA DEMOCRACIA
Lago de Chapala. Foto: Héctor Ruíz.
Por: Daniel Jiménez Carranza
La Democracia, “el gobierno del pueblo para el pueblo”, sin duda una gran solución a los diferentes problemas de gobernabilidad y de representación que desde la antigüedad, mejor se adaptó después de los regímenes esclavistas y feudales de los Siglos II, III, hacia formas de gobierno más participativas y humanitarias, que actualmente han adoptado la mayor parte de los países.
En este contexto, nuestro país no ha sido la excepción, y ello le ha permitido desarrollar una clara identidad como país independiente después del sometimiento a la corona española durante la etapa colonial, sin embargo, el apetito por el poder de grupos internos, siempre ha estado presente previos y posteriores a la Independencia; de los grupos conservadores que entronaron a Maximiliano en contra de Juárez, en la etapa de Reforma, el prolongado Porfiriato, y el periodo posrevolucionario, donde en un principio reinó el caudillismo, dando entrada a la época institucional, vigente hasta nuestros días.
En la actualidad, la Democracia continúa vigente en nuestro país, pero ha perdido su característica esencial que propicia la representación de la gran masa poblacional, el sistema partidista, se ha convertido en un espacio que alberga al oportunismo político, a desconocidos “líderes” partidistas subvencionados como partido, desconocidos candidatos sin trayectoria ni capacidad política que sólo aparecen en tiempos de elecciones, provocando con todo ello, un deterioro político institucional en donde la población ya no ocurre a votar, y quienes lo hacen, son básicamente parientes, amigos, o buscadores de un hueso para roer; estos personajes no tienen contacto con el pueblo, ni con su problemática, y es por ello que la única alternativa para resolver sus problemas a la población, son las protestas, bloqueos de vialidades, toma de edificios públicos, policías comunitarios, etc.
Es momento de rectificar el rumbo, y detener el absurdo subsidio a los partidos, y todo este pago inoperante a la Democracia, con el único propósito de justificarla, es necesario analizar y replantear un sistema político sano que responda a la realidad que estamos viviendo para evitar que este cáncer depredador de arribistas políticos continúe buscando acomodo en los espacios destinados a auténticos representantes sociales, es inaplazable presentar alternativas válidas de representación a través de foros de discusión ciudadanas.
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