Pensando… pensando…
Desde hace unos meses, esta columna ha sido el medio a través del cual he dado a conocer mis opiniones, mis ideas y mis conclusiones, producto de un análisis tan profundo y crítico como mi corta experiencia me permite realizar. Semana tras semana, pongo a prueba mis habilidades de redacción, aún en pleno desarrollo, y selecciono con cuidado cada una de las palabras a fin de que presente claramente mi postura y reflejen de la manera más objetiva posible mis juicios. El resultado es el texto que espero y deseo llegue a un público extenso y variado alrededor de la Ribera.
A pesar de que el gusto por este trabajo, que no deja de ser complejo, aligere lo que podría ser una pesada labor, me enfrento con dos obstáculos que la dificultan: primeramente, la selección de temas a tratar que resulten atractivos y sean de interés para la localidad; y en segundo lugar, el atraer la atención de una comunidad que en apariencia no lee.
Al escribir busco ser imparcial y no mostrar mis preferencias al hablar de política, por ejemplo, así como al denunciar un hecho social busco exhortar al cambio positivo y, tanto como pueda, proponer una solución. No muestro agresividad atacando o exponiendo nombres o lugares específicos, ni recurro al sarcasmo en gran cantidad, sólo un poco buscando añadir humor; dejo de lado estos mecanismo que quizá atraerían a más lectores pues no me inclinaré a escribir de la misma forma en que muchos habitantes de la comunidad se expresan, sobre todo a través de las redes sociales.
Regalar palabras escritas a quien no las lee es como cantarle a quien no escucha. No se puede crecer como sociedad si quienes la conforman no poseen el hábito de leer a los que escriben, no sólo a quienes localmente lo hacen sino también a todo escritor de cualquier género. Es una lástima encontrar en algunos establecimientos periódicos con fechas pasadas que no se vendieron, ver la biblioteca local vacía la mayor parte del día o preguntarse si realmente funciona el Paralibros que tanto se presumió al llegar.
He aprendido que la manera en que se puede animar a un posible lector es acercándole a un texto que hable de lo que le gusta, de lo que le importa y con el que pueda identificarse. Ésta es la técnica que he utilizado durante estos meses en el que mi objetivo ha sido identificar a comunidad, en la mayor medida posible, a través de lo que escribo, algo que prendí al comenzar a publicar en este medio; sin embargo, no puedo afirmar que haya logrado lo que me propongo. ¿Cómo saber si he elegido un tema atrayente? ¿Logré empatía con el lector o sólo lo cansé con mi discurso?
Publicar un escrito para un público que no se conoce parece ser cuestión de valentía. No puedo asegurar si es que mi texto cumpla su función al ser leído, o si habrá quien espere cada semana mi columna.
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