Planeta cero
El Lago de Chapala. Foto: Héctor Ruiz.
Por: Daniel Jiménez Carranza
Hemos entrado en una etapa crítica en el espacio mundial, en dónde estamos experimentando inesperadas calamidades como la pandemia, que por arte de magia, se ha visto desvanecida y sustituida ahora por el inicio del conflicto bélico en Europa del Este, donde Rusia, se encuentra abordando sus antiguas zonas de influencia, para resguardarse del acoso de otras potencias, apoyándose en regímenes impopulares como el de Lukashenko en Bielorrusia, y acallando las manifestaciones dentro de su territorio a través de la represión. Ningún acto resolverá la crisis que origina una invasión armada porque flagela totalmente la posibilidad de una resolución aceptable cuando ha habido la pérdida de vidas humanas.
La guerra de acuerdo con algunos estudiosos, representa un adelanto en el desarrollo tecnológico, económico, pues de acuerdo a esta tesis, la sociedad se transforma y evoluciona; sin embargo, podemos evidenciar que este tipo de resultados, no se dan del todo de manera equitativa, pues aquellos países actores que han participado con recursos armamentistas, son los que resultan beneficiados; por otro lado, en un conflicto global como el de las dos primeras guerras mundiales, los efectos hacia los países perdedores y débiles, los lastran a prolongados períodos de recuperación, con la excepción de algunos, que mediante su organización y disciplina, logran remontar la adversidad de su destrucción, como han sido los casos de Alemania y Japón.
En la actualidad, la confrontación bélica en donde aparecen involucradas dos potencias mundiales, requiere de una inaplazable reflexión de fondo de los contendientes, considerando los efectos que ello acarrearía, pues como resultado del avance tecnológico el arsenal bélico representa un elevado riesgo de mantener el planeta en condiciones de vida , que a pesar de la distancia en donde se genere el conflicto, sus efectos serán irremediablemente devastadores hacia otras zonas, pues la ola de ese poder destructivo se difundirá a todos los confines, por efectos de la contaminación, sea terrestre, aérea, fluvial, marítima.
Es tiempo de que aquellos países cuya economía cimentada en la industria de producción armamentista, detengan su ilimitada producción y canalicen esos recursos en aras de lograr mejores condiciones que favorezcan la vida en la tierra, respeten sus recursos y promuevan su recuperación, pues al paso en que se desarrolla la actual dinámica humana, el planeta no resistirá mayores ataques.
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