“El Gigante” del panteón de San Juan Cosalá
Por: Gabriel Chávez Rameño.
Cronista de San Juan Cosalá.
Desde que fue elegido como nuevo terreno para trasladar ahí el panteón municipal de San Juan Cosalá en 1892, han ocurrido muchas historias, desde las típicas de terror, hasta las chuscas. Sin embargo, el panteón municipal, o camposanto, a lo largo de este tiempo ha hospedado a gran cantidad de personajes que necesitaríamos de mucho tiempo para hablar de ello. Hoy les platicaré un poco de uno de lo que fuera durante mucho el emblema de este lugar conocido como “El Gigante”, un árbol de eucalipto que fue el más alto de la población, con un diámetro de más dos metros y una altura de casi los cuarenta metros lo convirtieron en el ser vivo más alto de San Juan Cosalá.
La majestuosidad de éste árbol fue tal que se prestó para muchas historias, y lo asociaron con hechos demoniacos tales como que en las ramas del árbol se columpiaba el diablo, que en las noches de luna llena se veían las brujas llegar ahí y se convertían en tecolotes. Algunos aseguraban que veían a la mujer de blanco que subía por la calle Cardenal desde el árbol de camichin que se encuentra en la playa (ahora el malecón) y llegar a “El Gigante” para de ahí desaparecer.
Otros decían que “El Gigante” absorbía la esencia de las personas difuntas, y cuando hacía mucho viento, se le escuchaba cantar y las familias de los difuntos claramente escuchaban la voz de su finado y los estremecía.
Lo que sí fue un hecho, es que al estar bajo este gran árbol, se sentía la pequeñez del ser humano ante las grandes maravillas de la naturaleza. Y como la imaginación y la fantasía de las personas crean historias fascinantes, a tal grado que llegaron a destruir a éste gran ser, a finales de los 80’s se inicio el proyecto para derribarlo y así terminar con un micro ecosistema.
Ya, a punto de la extinción, el árbol “El Gigante” dio de que hablar, ya que los pobladores se quedaron pasmados al ver cómo cuando iniciaron a cortar las ramas del árbol las motosierras empezaban a fallar o se les rompía la cadena, reafirmando con esto el mito diabólico que rodeaba a el árbol, a tal grado que mucho aseguraron ver sangre en los cortes del troncón. Algunos de los que participaron en el corte del árbol pedían llevar al sacerdote para bendecir las maquinas, otros que le echaran agua bendita para poder cortarlo y así se sugerían muchas cosas. Así las cosas y al fin pudieron ir cortando parte por parte éste gran árbol. Es cierto que era necesaria una poda de sus ramas para evitar dañar las pocas fincas de los alrededores y es una lástima que se haya terminado con éste ser vivo.
Ahora sólo se pueden apreciar sus restos en la parte sur oriente del panteón municipal. Ya los mitos, historias y leyendas han ido desapareciendo poco a poco. Ya las noches de viento no expanden el canto del árbol, ni las brujas tienen ahora donde aterrizar y se dice que el diablo a encontrado otro árbol donde columpiarse y ya casi nadie recuerda a “El Gigante” del panteón de San Juan Cosalá.
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