AGROECOLOGÍA, ESCUDO CONTRA DEGRADACIÓN Y CONTAMINACIÓN DEL SUELO
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La carrera contra el cambio climático nos tiene muy rebasados, pero todavía podemos actuar para minimizar los estragos. Sobre todo, en cuanto a la producción sustentable de alimentos. En nuestro país estamos en tránsito hacia la agroecología, práctica que se enfoca en la regeneración de los suelos, utilizando la microbiología, como lo hace la propia naturaleza, es la opción para garantizar alimentos suficientes de calidad y saludables.
Este es el camino que seguirá la 4T para sostener los ciclos de la vida y enfrentar los efectos de degradación del suelo, su contaminación y la del agua, y pandemias que vivimos. En la conferencia organizada por la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural: “Experiencias agroecológicas internacionales”, que convocó a tres expertos, de Australia, la India y Brasil, el subsecretario de Autosuficiencia Alimentaria de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, Víctor Suárez Carrera, comentó que en México se impulsan políticas públicas que permiten un tránsito hacia la agroecología.
Es una enorme tarea ya que durante los sexenios anteriores se ignoró la importancia de preservar nuestros recursos naturales y el medio ambiente, restablecer los ciclos del planeta y al mismo tiempo producir alimentos sanos, nutritivos, de calidad, asequibles y suficientes para todos.
Se advierte que para 2050 la población mundial se acercará a los 10 mil millones y habrá inestabilidad social derivada de las crisis alimentarias, por lo que hay que revisar con urgencia cómo podemos cumplir con los elementos esenciales de seguridad alimentaria global y el suministro físico suficiente. Las acciones incluyen la asequibilidad y acceso, la integridad nutricional y de salud, la sostenibilidad de la producción, la viabilidad económica de los agricultores y la autonomía y seguridad estratégicas.
Actualmente, el 70 por ciento de los alimentos disponibles provienen de zonas urbanas y rurales sostenidas particularmente en esquemas agroecológicos que tienen lugar al margen de la industria agrícola, cuya continuidad productiva depende de la capacidad de mantener la salud de los suelos para que aporten los nutrientes esenciales a las plantas y generar cosechas nutritivas y saludables.
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) son los pequeños productores de carácter familiar los que generan la mayor parte de los alimentos para la humanidad, son una población de más de siete mil millones. En América Latina habitan unos 65 millones de campesinos, de los cuales entre 40 y 55 millones pertenecen a alguna cultura indígena, hablantes de más de mil lenguas.
Las prácticas convencionales que hemos utilizado en las últimas décadas se basan en el despilfarro de agua, además del uso de productos químicos y los monocultivos. Es necesario diseñar e implementar agroecológicas que regeneren los valores del suelo y nuestra seguridad alimentaria y bienestar futuro, lo cual puede lograrse utilizando los procesos microbianos probados que la naturaleza utilizó para crear el suelo por primera vez hace 420 millones de años.
En la conferencia organizada por la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, el asesor especial del Departamento de Agricultura del estado indio Andhra Pradesh, Vjar Kumar, expuso los avances que se tienen al sur de la India, con la práctica de sistemas naturales para un mayor cuidado de la biodiversidad, como una opción para aumentar la producción de granos, mejorar los ingresos de los agricultores y fortalecer la seguridad alimentaria.
En este sentido, México pretende cambiar la actitud de los agricultores en la producción de alimentos, con una práctica natural como la aplicada en Andhra Pradesh y que ha incrementado los rendimientos en nueve cultivos, donde sobresalen maíz, chiles, pimienta negra, café y arroz.
El especialista de Brasil, reconocido como pionero de la agroecología, Sebastián Pinheiro, expuso la ciencia agroecológica y la autonomía alimentaria, condicionada a la eliminación de productos químicos en las prácticas agrícolas y una tierra libre a favor de todos los productores del país y del mundo.
Destacó que la estrategia agroecológica para la soberanía alimentaria fue aplicar, mediante la pedagogía de Paulo Freire, la construcción de conciencia, aprendiendo lo que se enseña y retomando el valor de la sabiduría campesina en Brasil.
También destacó el papel de la mujer, porque gracias a ellas se puede lograr la seguridad alimentaria, al no permitir el uso de químicos en su huerto y farmacia familiar; ello representa más que soberanía, autonomía campesina desde la milpa.
Las mujeres productoras entienden la importancia de los agrosistemas, que prácticamente se basan en principios como el reciclaje de nutrientes, la diversidad, las sinergias o la integración. Es decir, el tratamiento del espacio de cultivo como un lugar vivo, que tiene valor como fin en sí mismo.
Estas nuevas prácticas son más respetuosas con el entorno, enfocándose en el cuidado del agua, la elección de las variedades idóneas según el territorio, la preservación de la biodiversidad, así como el uso de pesticidas y abonos verdes.
De esta manera se reduce el impacto ambiental y la toxicidad de los alimentos. Se hace frente a los problemas que hoy son un desafío para las naciones, desde reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y cómo afecta la contaminación a la biodiversidad, especialmente a los polinizadores, hasta la escasez de agua y su contaminación.
Más de 104 millones de hectáreas en México están en manos de los pequeños propietarios, conformados en ejidos y comunidades, que realizan la mayor producción de granos básicos y otros alimentos en términos de superficie. Como han manifestado los investigadores Narciso Barrera-Bassols y Víctor Manuel Toledo, este panorama “es el resultado de la revolución agraria de principios del siglo XX, plasmado en la Constitución de 1917, que indujo el desmantelamiento de las grandes propiedades (haciendas) y fraccionó el territorio en miles de unidades productivas”.
“Actualmente los pueblos originarios disponen de unas 28 millones de hectáreas de territorio. Este fenómeno se ha visto confirmado por el repunte demográfico de los pueblos indígenas durante los tres lustros recientes, al pasar de unos 10-12 millones en el 2000 a más de 25 millones en el 2015 (según los Censos Nacionales, INEGI), convirtiendo a México en el país con mayor población indígena del continente americano. A la fecha, 31 mil 500 ejidos y comunidades disponen de 54 por ciento de la propiedad agraria del país, que sumados a los 1.6 millones de pequeños propietarios, la mayoría de los cuales tiene cinco hectáreas o menos, con el 35.7 por ciento de la superficie nacional, hacen que casi 90 por ciento del territorio del país esté en manos de productores de pequeña escala”.
Los campesinos mexicanos se dispusieron al cuidado de los cultivos de una manera sustentable. Actualmente defienden el maíz y han avanzado en la negativa de las variedades transgénicas. Los cafeticultores se rigen mediante cooperativas orgánicas. También están organizados los productores mayas de miel, que mantienen una lucha en contra de la contaminación por la soya transgénica.
La agroecología es una nueva política que debe implementarse en el mundo con el fin de preservar al planeta y sus habitantes.
DESDE EL CENTRO
El activista Fidel Heras Cruz fue asesinado el pasado 23 de enero en Santiago Jamiltepec, Oaxaca. Era defensor comunitario e integrante del Consejo de Pueblos Unidos por la Defensa del Río Verde, el cual Fidel defendía contra las intenciones de las autoridades municipales de extraer productos pétreos; sin embargo, la comunidad ha hecho frente a la explotación del caudal. La muerte de Fidel se suma a los 14 homicidios contra activistas defensores del medio ambiente registrados en 2020 en la República Mexicana. Falta justicia en México… La Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural publicó la convocatoria dirigida a productores, comercializadores, asociaciones no gubernamentales, académicos, científicos, así como toda persona física o moral, para integrar las Redes de Recursos Genéticos para la Alimentación y la Agricultura. Con esto se busca fortalecer la conformación de redes o grupos de trabajo del Comité Sectorial de Recursos Genéticos para la Alimentación y la Agricultura. La Sader destacó que esta acción “es de suma importancia para las y los productores de alimentos de nuestro país, principalmente los de pequeña y mediana escala, ya que sentará las bases para el aprovechamiento de los recursos genéticos, para obtener semillas más productivas (agrícolas, pecuarias, acuáticas y pesqueras) y estar en posibilidad de afrontar los retos del cambio climático y las nuevas tendencias de consumo”.
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