Por Patrick O’Heffernan.
Cuando la gente que planea mudarse a México me pregunta qué debe traer, les digo: «paciencia, flexibilidad y sentido del humor: todo lo demás se puede comprar aquí».
Últimamente sigo mucho mi propio consejo mientras estoy sentado en mi coche en la carretera, y hoy la parte del sentido del humor de ese consejo fue definitivamente útil.
Un día estaba esperando en la intersección de la calle Colón y la carretera, a la espera de que el oficial de Policía Vial parado en el centro de la intersección me diera el paso para bajar por la calle Colón a la oficina. Yo era el segundo de la fila, el semáforo que teníamos enfrente estaba en rojo y la mujer que dirigía el tráfico nos detenía mientras indicaba a los coches de la carretera que siguieran atravesando el cruce.
Nos detuvo un buen rato, pero había muchos coches alineados en la carretera y quería despejar un poco el tráfico antes de dejarnos pasar. El tipo que conducía el coche que iba delante de mí se cansó de esperar, vio un corte en el tráfico y cruzó la calle a toda velocidad contra el semáforo en rojo, pasando por delante de la agente de policía que le decía que esperara.
Lo gracioso fue que la agente le lanzó una mirada incrédula y voltearon a ver al resto de nosotros extendiendo sus brazos en una postura de “Que Chingados» que todos entendimos.
Todos los que la vimos soltamos una carcajada y muchos le hicimos un gesto de aprobación con el pulgar hacia arriba o con la mano mexicana. A pesar de la frustración del tráfico, nos hizo reír. Si hubiera llevado sombrero, se lo habría inclinado al pasar junto a ella cuando nos hizo señas para que cruzáramos. (lo siento, no hay foto, se acabó antes de que pudiera sacar mi teléfono)
En realidad, todos los agentes del departamento de Movilidad merecen quitarse el sombrero. Aguantaron allí todo el día, bajo el sol ardiente, con uniforme completo y un chaleco de seguridad caliente mientras mantenían las cosas en movimiento. No sé cómo contrata, forma y motiva a sus agentes el director de Movilidad, Moisés Ochoa Urquieta, pero hace un gran trabajo. Dado que es el ex jefe de policía de Houston, Texas, sé que tiene mucha experiencia que ahora está poniendo a trabajar en su lugar de nacimiento, Chapala.
Así que me pregunto, ¿es esta la nueva normalidad?
¿Es la nueva normalidad en la que los semáforos instalados y mantenidos (?) por el estado no serán los árbitros de nuestro paso por la ciudad, sino que los oficiales de Movilidad tomarán el relevo, no sólo manteniéndonos en movimiento, sino de vez en cuando riendo.
Yo, por mi parte, creo que si es la nueva normalidad, es un buen paso para hacer el tráfico no sólo más rápido, sino incluso ocasionalmente agradable. Comprendo que hay cuestiones de poder humano, y femenino, presupuestos, horarios y otras responsabilidades, pero es una nueva normalidad que espero con impaciencia. Significa menos paciencia y flexibilidad, y más sentido del humor.
La imagen de la dolorosa, cuyo autor y fecha de creación se desconocen, ha pertenecido a cuatro generaciones. Foto: María del Refugio Reynozo.
Por: María del Refugio Reynozo Medina.
El altar a la Dolorosa (Ajijic)
Para hacer el altar de la Dolorosa, hay que traer las mejores ramas de cortapico, uno de los árboles que a pesar de las secas y la aridez de los cerros de Ajijic por estos días, es de un verde luminoso con ramas de abundantes hojas. Así le enseñaron sus antepasados a este hombre. Abel Romero Pérez reserva la tarde para ir a cortar lo que será el fondo del escenario. Cada año, su madre y su abuela colocaban el altar a la Virgen María en la advocación de Nuestra Señora de los Dolores, un viernes previo al Viernes Santo.
Abel, es heredero de esa tradición, su madre Catalina Pérez López, originaria de Ajijic, recibió de su progenitora, la imagen de la Dolorosa, la cual había pertenecido a su abuela. Cuatro generaciones en lo que queda de la memoria familiar, han resguardado esta imagen, cuyo autor y fecha de creación se desconoce. En una ocasión, alguien se interesó por comprarla.
– No, esa es mi madre y ella me va a llevar hasta donde está-, le habría contestado Doña Catalina y nunca accedió a venderla.
La pintura plasmada en una lámina metálica muestra el rostro de la virgen mirando al cielo, enjuga sus lágrimas con un pañuelo, envuelta en una atmósfera terrosa. Vestida de tonos verdes, la dolorosa, ataviada con collar, pulsera y anillo, lleva clavado en el pecho, el puñal que vaticina el dolor inmenso de perder a su hijo.
En medio del verde follaje que le han preparado, la efigie guardada celosamente por la familia, cuelga en lo alto. A sus pies, la mesa cubierta por un mantel resplandeciente presenta las veladoras y los ramilletes de flores blancas, porque han de ser blancas y no coloridas, ya que este es un día de luto, y también porque representa la pureza de la madre de Dios. Cuando tienen, le colocan un camino de clavellina y lirios blancos de esos que brotan solo en tiempos de cuaresma. Manzanilla, romero y todas las hojas verdes posibles acompañan la ofrenda dedicada a la dolorosa.
Una de las hijas de doña Catalina, recuerda que en su infancia sembraban previamente alpiste, para tener brotes como alfombra verde que regaban por goteo utilizando una teja como canal, y así gota a gota, el agua representaba cada una de las lágrimas de la virgen. También en esos tiempos acostumbraban ofrecer a los fieles que acudían a velar y rezar, un vaso con agua de limón y chía que representaba también las lágrimas derramadas. Las mujeres decían que cada Viernes de Dolores era seguro que a alguien se le rompiera un vaso.
-Ya lloró la virgen- decían, cuando el agua de Jamaica rodaba por el suelo.
Entre las hojas verdes resaltan los recortes de siluetas blancas de papel. La túnica de Jesucristo y el soldado que le despojó de sus vestiduras, el caballo de aquel soldado, la columna donde fue azotado, el gallo que cantó tres veces y la escalera que lo llevó al tormento.
Es de noche. Doña Catalina, a sus 89 años, contempla amorosa el altar que ha visto desde niña cada Viernes de Dolores. La luz de las veladoras tirita en medio de la oscuridad y de fondo, se escuchan las voces de los niños que corretean por las calles empedradas, o los pasos de los que caminan y saludan informales, llamándose por apodos que se antojan fraternos.
Romancero de la Vía Dolorosa (Jocotepec)
El Doctor Carlos Alberto Cuevas Ibarra y todo su equipo de colaboradores vuelven a traer vida al barrio de la Campana, en la calle Morelos poniente, esta vez con la puesta en escena del Romancero de la vía dolorosa. Comienza abril con el montaje presentado por la casa productora Fariano producciones de Guadalajara y la compañía de teatro Esparta. Cuyo centro de operaciones está en el Foro Cultural Calzada, de la ciudad tapatía.
Paulo Fariano, director y productor, adaptó las escenas previstas a las calles y rincones del barrio de las que el público se apropió de inmediato.
Los más de cincuenta actores en escena estuvieron acompañados por la complicidad de un público que se desbordó.
Las estaciones del Vía Crucis están colocadas a modo de pequeños escenarios a lo largo de la calle Morelos, desde el barrio de la Campana, continuando con el barrio de la Calabaza.
Al filo de las 18:00 horas, las calles están cerradas al paso de vehículos, los vecinos comienzan a congregarse en la plazoleta de la Calabaza. El doctor Carlos coloca un banco en los cruces de las calles y sube para dirigirse al público que ya se prepara con sus teléfonos celulares. En un breve mensaje, el doctor agradece la colaboración de los vecinos, en un evento libre de intervenciones políticas y sí nacido de la iniciativa popular.
Mujeres, hombres y niños se preparan expectantes. Las miradas están colocadas hacia el fondo de la calle Morelos, afuera del panteón, ahí se encuentran ya los primeros personajes.
-Allá viene ya Papá Dios-, le dice una mujer a su niño pequeño, atrapando su atención.
Esta tarde hay más de cincuenta actores en escena. La calle es el escenario, las banquetas y los altibajos de la nomenclatura del barrio sirven para recrear cada una de las estaciones a las que el padre Benjamín Sánchez compuso una poesía.
El personaje de Jesucristo, acompañado de sus discípulos, avanza hacia la escena de la Última Cena, en donde lava los pies a cada uno de los discípulos. La plazoleta sirve de escenario para la oración en el huerto y un Jesucristo a punto del suplicio es presa del temor y la agonía presentida.
En el público que se mantiene firme de pie, hay muchos niños y niñas siempre atentos, sus rostros sonríen o se angustian, avanzan con el contingente en el recorrido de una estación a otra, sin perder de vista a los actores.
La noche comienza a cubrirlo todo, cuando el personaje de Jesús toma la cruz para emprender su vía dolorosa. -Salgamos ya, bien amada, la de los abrazos abiertos-.
Una señora adulta derrama una lágrima cuando en la octava estación las mujeres aparecen al encuentro de Jesús y son consoladas. El público sigue avanzando y se fusiona con los actores en un genuino acompañamiento, durante la vía más amarga en el camino hacia el martirio.
Al fondo ya está preparado el templete donde se colocan las tres cruces. Al centro la de Jesucristo. En la doceava estación, los efectos de luces y sonido, más el manto de la noche, envuelven a los asistentes en profunda desolación, al sentir la muerte presente.
-Oh Cisne de Dios, que cantas a la muerte presentida: ya van tus siete palabras cantando en la lejanía… ¿Qué esperas para que salga de tu corazón la vida? ¡Vuelve ya a tu casa, Pródigo, el de las manos heridas!-
Para Paulo y su grupo de actores, en Jocotepec se vive una gran experiencia, porque se ve a su público inundado de conmoción y tristeza.
Lo que podría llamarse un bar parking con antojitos alemanes, se ubica en la zona centro de la cabecera municipal, en el número 239 de la Avenida Hidalgo. Foto: La Alemana.
Arturo Ortega. – Impulsar la creatividad que hay en la ribera, vender embutidos alemanes y contar con un espacio para que los músicos se expresen de manera libre, fueron las ideas que crearon “La Alemana”.
Lo que podría llamarse un bar parking con antojitos alemanes, se ubica en la zona centro de la cabecera municipal, en el número 239 de la Avenida Hidalgo. “Mi papá le diría un ‘Wûrstlasbudn’, lugar donde venden salchichas y cerveza”, explicó Jazmín Stengel, dueña del lugar, durante una entrevista.
Desde su apertura el tres de febrero, La Alemana se ha convertido en referencia para algunos músicos ribereños que comparten escenario en sus sesiones de jam los viernes por la tarde noche, un concepto que no se encuentra en otro lugar en la ribera de Chapala.
El lugar es un estacionamiento donde además de tomar una cerveza, también se puede degustar de una ‘Bratwurst’, una típica salchicha alemana preparada en tres presentaciones diferentes. De ahí el nombre del establecimiento.
En lo gastronómico podrás degustar una deliciosa currywurst, una salchicha alemana que se sirve con salsa de curry, o la versión sencilla que se acompaña con pan, jalapeños, pepinillos y mostaza al gusto. Otra guarnición es el “sauerkraut”, col encurtida y cocida.
El menú también incluye variedad de carnes frías y un pastel de carne, estilo alemán desde luego; que se puede degustar con una cerveza o vino.
Los viernes de cada semana son noches de música, “la parte musical se hace al estilo jam, la improvisación de varios músicos en su momento”, explicó Jaz, en entrevista. También es un lugar que le apuesta a las canciones propias y abre sus puertas para que los compositores las presenten al público.
Así es como este espacio al aire libre lleva a creaciones originales a través de sus sesiones de jam, que se presentan con Daniel Cordero cada 15 días, pero los otros viernes podrás disfrutar géneros diversos que se mantienen en la escena ribereña, como el jazz, blues, rock, rap, entre otros, que conforme a las improvisaciones van fusionándose en algo totalmente distinto.
“En este caso tenemos una base de músicos que varía según el género y los demás se suman al cotorreo… un lugar donde ellos disfruten lo que están haciendo”, es la esencia que impregna Jaz al establecimiento. “El ambiente lo hacen ellos”, agregó.
“Es increíble cuánta creatividad hay en la ribera y que muy pocos lugares del espacio apoyan las creaciones de nuestra gente local”, señaló Jaz al referirse a los múltiples negocios que ofrecen música covers, debido a que es lo que la clientela conoce según los propietarios, sin arriesgarse a presentar algo nuevo y por tanto, desconocido para los demás.
“Sé de muchos músicos que tienen creaciones propias y siguen escondidas en un cajón, ¡es hora de que vean la luz!”, expresó Stengel, quien ha buscado la manera de apoyar distintos proyectos, aportando su granito de arena.
La Alemana está abierta de 11:00 a 20:00 horas, los viernes y sábados hasta media noche, donde se puede llegar a probar algo nuevo, ya sea en sabores o sonidos. Los jueves permanece cerrado.
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