Colaboración del Archivo Histórico de Chapala.
Etiqueta de la Fábrica de Bebidas Gaseosas Chapala. Foto: Archivo histórico municipal de Chapala.
Transportémonos un siglo atrás e imaginémonos cómo se transformaban esa aguas de origen volcánico en una exquisita bebida que, ya embotellada, se transportaba en grandes canoas a toda la ribera del lago. Aquello en verdad era todo un desafío.
A principios del siglo, el señor Lázaro Pérez, quien era un sabio, vino a Chapala porque supo de las aguas termales. Como era químico, las mandó a analizar y vio que era agua mineral natural, mejor que la de Tehuacán. Entonces, mi tío Salvador se vino a vivir para acá y puso una fábrica de aguas gaseosas.
Yo quedé huérfano de chico, y me vine con mi tío y me enseñé a hacer todo el proceso de agua mineral, desde el alambique. Señora Natalia Collazo Pérez.
El día 12 de septiembre de 1907, el señor Salvador Pérez Arce, propietario de los baños “El Recreo”, y vecino de Guadalajara, solicitó al Ayuntamiento permiso para colocar en la plaza del mercado un pequeño kiosco con hidrantes y vender el agua potable procedente de sus baños, para comodidad del público.
Al fallecer don Salvador Pérez Arce, el día 11 de marzo de 1915, quedó su hijo Salvador al frente de los negocios de su padre. Se cuenta que uno de los primeros distribuidores del producto se llamó Gabriel Lozana, quien lo hacía en un carretón tirado por una acémila. Este señor tuvo posteriormente una cantina en la esquina de Morelos y Juárez (hoy, el taller de bicicletas Rayo), y después la cambió frente al mercado municipal por la calle Juárez.
Marciano Asencio García (don Marciano), vino muy jovencito del Chante, municipio de Jocotepec, y laboró más de treinta años en esta empresa, hasta su cierre. Se recuerda empujando por las calles de Chapala una carreta con dos llantas grandes en las que transportaba a las tiendas las deliciosas limonadas Pérez Arce.
Además de distribuir, también tenía la responsabilidad de su elaboración. Se comenta que para hacer el extracto, se encerraba en un cuarto de la fábrica todo el día. En ese lugar, había un alambique de aluminio para cocimiento. Ahí, rallaba la cascara del limón que debía ser más verde, la mezclaba con azúcar y demás químicos para extractarlo en el alambique. En ese sitio, había una olla grande tapada con un pabellón, le ponía una medida de extracto y sacaba mucha limonada.
No sólo se fabricaron limonadas, también Ginger, Orange Crunch (duró poco), agua mineral embotellada en un bonito sifón de vidrio con el nombre de “El Cerrito de San Miguel”, agua purificada en garrafón. Duró poco por razón de que se transportaba en carreta y el señor Carlos Cuevas Delgadillo, su competencia, lo hacía en una troca, por lo que era más rápido el servicio.
Don Marciano trabajaba diariamente; no tenía descanso. Sólo cuando él se daba sus vacaciones para tomar sus alcoholes (muy notorio). Lo más que llegó a ganar fueron $10.00 por día, que en esos tiempos no era mucho.
También laboraron en esa empresa Rosario Beltrán “Téllez”, quien durante un corto tiempo manejó una camioneta vieja de manivela, y Antonio Valencia “La Pulga”. Cuando éstos se retiraron, a Chayo Beltrán lo llevaron a Guadalajara los que fabricaron La Favorita, asegurándole a ése que le iba a salir igual a la de los de Pérez Arce, pero nunca le resultó, por lo que tuvo que regresar a Chapala.
Por un tiempo estuvo como mozo Vicente “La Máscara”. Le ayudaba a don Marciano a mover una rueda grande se daba energía eléctrica y también embotellaba, pero volvió a quedarse sólo don Marciano.
Se contaba que en una canoa de remos cruzaba el lago para llevar limonadas a San Luis Soyatlán, Tuxcueca y Tizapán el Alto. Lo acompañaba su hijo Sebastián y su sobrino Rosalio, con los peligros propios del viento y mareas, que cuando estos los agarraban, como era muy corajudo, les pegaba a los niños con el remo en la espalda para que se pusieran abusados, porque tenía miedo que se fuera a pique la canoa.
Don Rafael Cuevas Reyes también tuvo una pequeña fábrica de limonadas. Le ayudaban a distribuirlas en un carrito sus hijos Rafael y Fernando Cuevas García.
Texto cortesía del Archivo Histórico de Chapala/ director Rogelio Ochoa.
Los comentarios están cerrados.
© 2016. Todos los derechos reservados. Semanario de la Ribera de Chapala