Entre líderes y capataces
La obtención de un puesto, ya sea privado o público, en muchos casos trae consigo una cierta cantidad de poder otorgado a la persona electa para el cargo, convirtiéndola, en equivalencia, en una figura de autoridad; sin embargo, es bastante común el confundir y atribuir automáticamente a este tipo de personas el poder ejercer un liderazgo basado en su posición jerárquica (cuando ésta le coloca escalones arriba de un determinado número de personas) y no realmente en su capacidad, preparación o características que posean y les permitan desempeñarse de tal manera.
Un verdadero líder entiende la importancia y tiene la capacidad de crear relaciones de comunicación (diálogo), además de personales (confianza), para compartir visiones y proyectos futuros a un determinado grupo sobre el que adquiera influencia y obtenga aceptación a fin de lograr un trabajo en conjunto.
En el medio político, toda administración necesita ser encabezada por un líder que sea capaz de dirigir y organizar cada uno de los elementos de los distintos ámbitos que le corresponden al gobierno. Para obtener resultados positivos se requiere de una persona que demuestre honestidad, visión innovadora, capacidad de trabajo, respeto e integridad moral, que pueda trabajar con la sociedad y a partir de los límites que ésta fije (delimitados por sus intereses y el entorno).
Puede señalarse la diferencia entre ser un buen administrador o empresario, por ejemplo, y ser alguien con capacidad de liderar un gobierno: un administrador manejaría con precisión la distribución del capital del pueblo pero esto no implica que lo destine a la realización de un proyecto de obra pública o cualquier otro que beneficie a la comunidad si no tiene la capacidad de establecer relaciones con su equipo de trabajo y la sociedad. Tampoco a un empresario debe adjudicársele cualidades de líder por el hecho de haberse desempeñado en un puesto de autoridad y poseer la práctica de dirigir o tener a su cargo un grupo de personas; puede exigir puntualidad y eficiencia (en la medida en la que se encuentre satisfecho como jefe) pero no puede actuar como capataz dentro de un gobierno democrático puesto que aquí no se designa un manto total y absoluto a una única persona y no funciona una analogía en la que se iguale una comunidad a una empresa.
El liderazgo no debe estar vinculado por añadidura al poder autoritario, éste se desprende a partir del poder efectivo ejercido por el individuo, un poder que sea utilizado para alcanzar objetivos propuestos, de manera que responda a los intereses de la sociedad y que las metas realizadas sean productivos de un trabajo en equipo. El líder tiene que concientizar a la sociedad y exhortarlos a movilizarse y participar activa y voluntariamente en la resolución de problemas.
Este conjunto de reflexiones surgen a partir de diversos comentarios provenientes de distintos sectores de la población en Jocotepec. La sociedad expone ésta como una de las carencias en el gobierno local. La comunidad es consciente de que no se trabaja de manera que la administración denote practicar un liderazgo en el cual la comunicación sea el factor determinante, puesto que en opinión de muchos se actúa arbitrariamente, sin informar ni consultar a la ciudadanía. Quienes escuchamos los comentarios de la comunidad, y que sabemos que en algunos caso pudiera haber exageración, sólo deseamos que se concrete una relación profunda entre la ciudadanía y la administración pública y se llegue a ejercer un verdadero liderazgo en beneficio de todos.
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