Por: Leticia Trejo
Leticia Trejo es profesora de Yoga y entrenadora personal. Foto: Archivo.
Según la Organización Mundial de la Salud, OMS por su siglas en español, la inflamación es un proceso en el que nuestras células inmunitarias atacan a las bacterias o los virus invasores, eliminan la destrucción de tejidos que estas causan, e inician el proceso de reparación. Fuera del cuerpo, la inflamación puede provocar enrojecimiento de la piel, hinchazón, calor y dolor.
Pero existen diferentes grados y formas de inflamación, cada una con diferentes disparadores que ocasionan diversas molestias desde leves hasta severas.
Como ejemplo, la publicación médica española, Elsevier, nos explica que la inflamación sistémica de grado bajo posee una estrecha relación con el desarrollo de enfermedades cardio metabólicas, sobre todo en los pacientes con obesidad, por lo que este estado de alteración inmune también recibe el nombre de meta inflamación (la diabetes, la hipertensión, la dislipidemia y la obesidad son algunas de las enfermedades cardio metabólicas).
Según la Universidad de Harvard la inflamación es una parte importante del sistema defensivo del organismo. Se trata de una respuesta para controlar infecciones o daños en los tejidos y que se activa cada vez que el cuerpo reconoce algo como extraño o invasivo.
Entonces, ¿la inflamación es buena o mala? La respuesta inflamatoria es completamente necesaria para restablecer la salud, el problema es que se vuelva crónica y se extienda en un largo plazo, lo que se reconoce como inflamación aguda o de grado alto.
Uno de los enemigos más mortales (mata miles de células) que tenemos es la respuesta continua y prolongada del estrés, el despliegue sin descanso de adrenalina, noradrenalina y cortisol (entre otras) ya que no da ninguna tregua al organismo.
Una breve activación de los sistemas de respuesta ante el estrés, seguida de un retorno al equilibrio, desarrolla la resiliencia, por ejemplo, cuando un bebé escucha un ruido estruendoso y repentino, o cuando se da cuenta que lo han dejado solo tiene esta respuesta de forma natural, pero luego se restablece el orden después de un breve periodo.
Nos inflama la contaminación en el aire, la exposición a rayos UV prolongada, la radiación, las ondas electromagnéticas que generan los aparatos electrónicos, el cigarro, el alcohol, la comida irritante y excesiva, la mala calidad del sueño, los radicales libres como el cortisol, y los pensamientos negativos persistentes, la interpretación catastrófica de los eventos naturales de la vida (drama), la baja autoestima (en la que la persona siente que los demás lo atacan, o lo desprecian, o están en contra de él). Mejor no seguimos con la lista porque puede ser apabullante.
¿Qué regula la inflamación? Los ejercicios de respiración que se practican principalmente son el Yoga, el mindfulness y la meditación. Con diez minutos diarios de meditación se puede entrenar una perspectiva menos sesgada o personalizada de los eventos naturales de la vida, disminuyendo el miedo, la angustia y la ansiedad. Pero como siempre, cuidar nuestra alimentación, dormir bien y hacer actividad física son los otros pilares del control de la inflamación.
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