El ídolo que se cambia de lugar
Piezas arqueológicas encontradas en el lago de Chapala.
Cronista: Gabriel Chávez Rameño
Durante muchos años en nuestra comunidad de San Juan Cosalá, se empezaron a encontrar piezas arqueológicas a lo largo y ancho de la población, las famosas “ollitas” y figuras antropomorfas eran las más comunes, sin embargo, también se encontraron representaciones de Dioses, también conocidos como ídolos que de una u otra forma representaban a las deidades de las familias más importantes de la comunidad. Esta historia que a continuación se cuenta es probable que haya sido del dios Iztlacateotl también conocido como el “Dios escondido”.
Este título del Dios escondido no es reciente, de acuerdo a crónicas orales y escritas, Iztlacateotl a éste dios le gustaba hacer travesuras en la familia que lo veneraba, es decir, se cambiaba de posición o lugar de donde era colocado para venerarlo.
De hecho, cuando Fray Martín de Jesús llegó a éstas tierras para evangelizarlas el tlatoani Xitomatl, le contó como este dios de los nativos se cambiaba de lugar, a lo que el fraile le dijo que eso era cosa del demonio, por lo que tenía que ser bautizado.
Una vez que se bautizó del jefe tlatoani se ordenó a todos los pobladores de nuestra comunidad deshacerse de la idolatría y entre ellos tendrían que tirar, quebrar o enterrar a sus ídolos para así evitar seguir con las prácticas paganas y así remplazar sus antiguas costumbres religiosas por la nueva práctica monoteísta.
Así las cosas y por ello, en épocas recientes y cuando las personas escavaban y encontraban alguna figura que pareciera a un ídolo tenían la obligación de quebrarla, de acuerdo a los sacerdotes del pueblo, para así evitar que el demonio entrara a sus hogares.
Sin embargo, cuando se empezó a comercializar con las piezas o figuras de barro o piedra, la gente empezó a guardar sus figuras para después venderlas y así es como sucedió esta historia.
Comenta el señor Alberto (se cambia el nombre por así pedirlo), “una ocasión al estar haciendo cajetes en mi huerta de chayotes, estaba una piedra donde tenía que forjar el borde del cajete, cuando de pronto al quitar la piedra vio un monito de barro que sacó y lo limpió, era una figura de cómo de unos cuarenta centímetros de alto y algo de grueso.
Tenía la forma como de un hombre pero raro, tenía en su cuerpo como bolitas que salían de él, me impresionó al verlo y pensé que era un ídolo de los indios, lo guardé y cuando terminé de regar me lo llevé a mi casa.
Se lo enseñe a mi esposa y mi hijo que lo vieron y lo envolví en periódicos y lo guarde en uno de los cajones del cristalero… después de ese día se empezaron a suceder cosas raras en la casa y también se escuchaban sonidos feos.
Un día vi al ídolo fuera del cristalero y les pregunté que quien lo había sacado que tuvieran cuidado, porque lo podían romper y lo volví a guardar en el cajón, y mi familia me dijo que nadie lo había sacado y así paso durante unos dos o tres meses en que diario encontraba al ídolo fuera del cajón, pero yo pensaba que lo hacían mis hijos que estaban pequeños de pura jugarrera.
Lo peor vino después cuando empezamos a escuchar que se caían y quebraban las cosas, que sacaban los cajones y se escuchaba mucho ruido, cuando nos despertábamos para ir a ver qué pasaba sólo encontrábamos el ídolo en el cristalero y todo lo demás en orden.
Hasta que un día decidí venderlo y se lo llevaron unas personas de Guadalajara, duraron unos dos meses cuando de pronto volvimos a escuchar los ruidos y esta vez si encontramos los platos rotos y toda la losa de mi esposa tirada en la cocina y en el pretil cerca del fogón que te cuento, la sorpresa, ahí estaba el ídolo y esta vez le brillaban los ojos de color rojo, lo que me dio mucho miedo y lo guarde en el cristalero y en la mañana otra vez estaba fuera, por lo que decidí mejor llevarlo a enterrar donde lo había encontrado…”
Esta plática concuerda con algunas más que se han escuchado en la población sobre ídolos que han encontrado y que cuando los buscan ya no están en el lugar que los dejaron o que simplemente salen sin que nadie los haya movido, parte de lo que se cuenta en las crónicas antiguas del “dios escondido” Iztlacateotl y que en la actualidad algunas personas lo encuentran por ser la voluntad del dios o ídolo.
Foto: Archivo.
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