Sergio Herrera. Director de Protección Civil Jocotepec.
María del Refugio Reynozo Medina.- La última vez que Sergio Herrera Robledo puso a prueba la resistencia de su corazón, fue durante un accidente automovilístico, en el que por medio de equipo hidráulico de corte lograron sacar con vida a una persona prensada al interior del vehículo. Aún recuerda la mirada de gratitud, inmediatamente después de ponerla a salvo se desvaneció en sus brazos.
Sergio es Técnico Superior en Emergencias, Seguridad y Rescate. Estudió en el Centro Universitario del Sur de la Universidad de Guadalajara en Ciudad Guzmán y desde hace 17 años es Bombero de Guadalajara.
Equipo de Bomberos Jocotepec.
Recuerda que cuando cursaba estudios en el CETAC de Jocotepec, (Centro de Estudios Tecnológicos en Aguas Continentales) fue un grupo de jóvenes de Protección Civil a invitarlos a participar en brigadas de voluntarios a las que él inmediatamente se alistó. Ahí comenzó una pasión por asistir las emergencias en la que lleva ya 17 años. Desde 2018 es Director de Protección Civil en Jocotepec.
Este bombero ha encontrado su misión de vida en cada uno de los diversos servicios que presta a la sociedad en medio de una constante que es la emergencia y el riesgo.
Entre los servicios más recurrentes en el municipio de Jocotepec se encuentran los accidentes automovilísticos y los incendios. En temporada de estiaje se llegan a atender hasta 500 incendios, la mayoría de ellos provocados. En las casas las emergencias más comunes son incendios o conato de incendio por contactos o cableado en malas condiciones.
Actualmente en el cuartel central de Protección Civil del municipio se cuenta con 25 elementos (de los cuales cuatro son mujeres). Todos bomberos y un geógrafo que trabajan una jornada de 24 por 48 horas para la atención de las diversas emergencias, y una secretaria que atiende de lunes a viernes en horario de oficina.
El personal de Protección Civil recibe constantemente capacitación en temas de rescates y accidentes. El fenómeno que ocurrió el pasado martes 5 de octubre y que afectó principalmente a las localidades de San Juan Cosalá, Trojes y San Luis Soyatlán, fue una lluvia torrencial que ocasionó deslave de materia sólida que afectó cinco puntos del municipio: Raquet Club, Playa azul en la zona restaurantera, el fraccionamiento Villa Armonía, El Colorín y La Mojonera. La prioridad en esos casos es descartar las pérdidas humanas y luego en el mínimo de tiempo la liberación de las vías de acceso. Las afectaciones por esa lluvia torrencial fueron en 25 casas en las que aún se continúan los trabajos de saneamiento.
Los Bomberos arriesgan su vida para resguardar la de los demás.
Cubrir cada uno de los servicios ordinarios implica la realización de un plan mental que conlleva una evaluación, el diseño de objetivos, estrategias, tácticas y la administración de recursos, mediante un sistema de Comando de Incidentes en el que intervienen diversas áreas del Ayuntamiento.
Sergio se encuentra todos los días en constante riesgo. Trae a la mente sus recuerdos. Recuerda un servicio que hicieron hace más de diez años en el que la víctima fue un niño de edad primaria durante una excursión escolar atacado por un enjambre de abejas, que en su deseo de escapar estuvo a punto de desbarrancarse. Cuando acudieron al servicio se vieron invadidos por enjambres de abejas que los envolvieron a tal grado que un compañero tuvo que ser sacado del sitio para la atención en crisis. En otra escena difícil, una niña menor de edad que viajaba en la caja de una camioneta durante un choque se impactó contra los objetos que trasladaban. Recuerda un “camionazo”, un autobús de pasajeros volcó en las inmediaciones de San Luis Soyatlán y San Cristóbal Zapotitlán en donde hubo 40 lesionados y dos perdieron la vida.
Cuando las víctimas son menores de edad, los hechos se vuelven muy lamentables y las escenas tan dolorosas. Para poder resistir los bomberos reciben también, preparación psicológica, son cursos de compactación y descompactación emocional dentro de los servicios de emergencia.
Las instalaciones de Protección Civil del municipio de Jocotepec están conformadas por una dirección, recepción, área de comunicación, gestión de riesgos, una sala de descanso, comandancia, tres módulos de dormitorios, almacén, comedor y espacios verdes. Hay cuatro vehículos; dos de desplazamiento ligero, uno de ataque rápido y el camión de extinción de incendios que puede trasladar unos tres mil litros de agua y arrojarla a una distancia de hasta 70 metros. Se cuenta con cuatro mochilas totalmente equipadas para rescate vertical.
El uniforme básico está conformado por el casco, chaquetón, pantalonera. Además de dos uniformes uno azul y otro caqui.
Los fines de semana son los días que hay más demanda de servicios, así como los días festivos que implican operativos especiales.
El itinerario regular en un día común sin demandas de servicio comienza con un pase de lista, y continúa con la entrega de unidades, herramienta y equipo, desayuno, academia, comida, prácticas, baño y descanso.
Dentro de las acciones del área de Protección Civil están contempladas las brigadas en las que participan los ciudadanos con la intención de generar una cultura de la prevención y abordaje de temas básicos de primeros auxilios, simulacros, búsqueda y rescate.
Para este bombero resistir en medio de todos los riesgos es posible, porque también tiene motivos personales, el amor por su familia, caminar por placer y respirar con el paisaje, correr en el parque y escuchar rock en español mientras llega la siguiente llamada de auxilio.
Jocotepec, 16 de octubre de 2021.
Fachada de la finca habitada por el padre Guillen en donde construyó su proyecto a lo largo de 30 años.
Por: Maria del Refugio Reynozo Medina.- Dos esculturas de ángeles con túnicas de un azul descolorido custodian la fachada, desde el tercer piso miran hacia el horizonte con las manos entrelazadas. Bajo sus pies hay un conjunto de diez arcos de ladrillos desnudos, cada uno de los tres pisos está cubierto en su totalidad de filas de macetas con follajes que comienzan a dejar de ser verdes. La última planta está coronada con una lámina metálica ondulada. Desde los arcos emergen como lenguas los brazos de un cactus expulsados al exterior.
“Una casa de oración pobre para los pobres más necesitados” reza una lona colocada en la parte superior derecha, enmarcada por unos aros de metal para portar macetas vacías y oxidadas. También, en el segundo piso cuelgan una decena de cuadros con pasajes bíblicos blanquecinos ya. Todos llevan un título, “Casa de oración Monte Maria”. En el primer piso, hay otra decena más de cuadros, son los retratos de líderes de la iglesia católica, con sus nombres colgados de un rótulo de madera: “Santo Padre Juan Pablo I”, “Santo Padre Juan Pablo II”, “Sr. Cardenal José Salazar”, “Sr. Obispo Fr. Felipe de Jesús Cueto”. Entre los Obispos, Cardenales y Papas, cuelga la fotografía de Maximino Guillen y de la Señora Rita Lepe Mendoza.
Uno de los pasillos de ingreso. Foto: María del Refugio Reynozo Medina.
En el centro de la fachada cuelga otra lona roída de las orillas, se alcanza a leer “Casa de Oración Ecuménica Monte Maria”, encuentros familiares los domingos.
Clínica Rural, Casa de oración, Labor Social, Oficina de lunes a sábado a partir de las 10:00 horas. Los rótulos con estas frases salpican la fachada que es un mosaico de unos veinte metros de frente saturado de imágenes, letreros y macetas que anticipan lo que estos muros guardan en su interior.
Es la finca marcada con el número 78 y también con el 78 A de la calle Hidalgo de San Pedro Tesistán. Este lugar encierra el proyecto inconcluso del Padre Rafael Guillen Lepe. Desconozco cuales son las medidas de este sitio lo cierto es que el fondo y uno de sus costados abarca toda la manzana.
Vamos tres; Angélica, Celina y yo. Entramos por un costado, el ladrido de un par de perros nos recibe en el primer pasaje tras abrir el cancel de metal.
En la pared cuelgan unos cuadros con pinturas al óleo separados entre ellos por un medio metro de distancia, están firmados por “Camarena”, se alcanzan a contar al menos una decena. En ellos hay personajes de la religión católica, desde el piso de tierra del primer pasillo se respira humedad. Avanzamos hasta una senda que se ve iluminada, es un pequeño patio en donde se cuelan los rayos del sol a través de la copa de un enorme árbol de mezquite. Desde ahí se observan las puertas y ventanas de las habitaciones del primer piso, se cuentan al menos unas quince.
Parece que este lugar estaba proyectado para algún teatro al aire libre porque tiene un conjunto de escaleras de concreto al fondo, frente al patio despejado que pudiera ser el escenario. Detrás de las escaleras hay un espacio como una cabina.
Salimos del patio y seguimos por el pasillo de vez en cuando iluminado por los pequeños rincones descubiertos. De todas las paredes cuelgan imágenes religiosas y fotografías de Papas y Obispos. Al final del pasillo se observa el rostro sonriente de una mujer cubierta de la cabeza por un manto negro. Es Santa María Guadalupe García Zavala.
Muestra de la colección de cuadros pintados al óleo que se resguardan en el lugar. Foto: María del Refugio Reynozo Medina.
Después de doblar a la derecha hay otro patio arbolado circulado por pequeñas salas de estar descubiertas y saloncitos, ahí hay guardados una serie de diez cuadros pintados al óleo, son fragmentos bíblicos, el lavatorio de pies, el sacrificio de Isaac, el maná que cae del cielo y algunas escenas apocalípticas. Están firmados por “Refugio”. En un rincón, acomodados en una torre, hay otros proyectos de cuadros, son reproducciones en papel de más escenas bíblicas. Son al menos unos treinta y otro puñado más de unos veinte cuadros de Camarena y Refugio, recargados en una pared. Los vivos colores recrean los palacios de la antigua Jerusalén, los rostros de María y de los ángeles. También hay cuadros de retratos a lápiz de jerarcas católicos con una firma desvanecida.
Estamos ahora en otro de los patios, hay un nicho con una escultura del Sagrado Corazón en su interior que alcanza el tamaño de una persona. Las enredaderas secas que brotan del segundo y tercer piso parecen venirse encima. La maleza en el piso, forma una montaña que cubre el patio central y vuelve aún más desolado el lugar.
-Al padre no le gustaba que nos metiéramos- dice una voz.
Le pido permiso en mis pensamientos.
Retrato a lápiz del padre Tito, del que se desconoce el autor. Foto: María del Refugio Reynozo Medina.
Estamos justo afuera de la capilla que constituye el espacio central de este lugar, una pequeña escultura de un ángel blancuzco que cuelga de la pared, da la bienvenida, sostiene una tinaja con agua que ahora es de lluvia pero algún día fue de agua bendita.
Un conjunto de sillas tubulares tapizadas de vinil rojo están acomodadas en filas y forman un pasillo que lleva al altar principal. En el recinto en el que caben unas cincuenta personas, hay una docena de esculturas, entre ellas la Virgen de la Asunción y La Santísima Trinidad. En el altar central está San José con el niño en brazos, la Virgen María y un Cristo crucificado. Además la Virgen de Guadalupe y San Juan Diego. Un retrato del padre Guillen en blanco y negro sobre una repisa de madera ocupa el espacio central. Hay un par de reclinatorios forrados de una tela tinta con marcas de polvo. Estoy justo frente a la fotografía del padre, le pido permiso de caminar por esta casa y agradezco poder entrar a la intimidad de un espacio, que durante 30 años estuvo construyendo, al amparo de la soledad y de la firme intención de ofrecer servicios espirituales.
A un costado, hay una especie de sacristía de reducido tamaño, ahí en un armario cuelgan las casullas sacerdotales, son unas cinco, las demás se las llevaron unas religiosas que visitaron la casa. En la parte superior, hay un espacio para un coro, ahora está húmedo y con agua almacenada por las gotas que se filtran desde el techo.
Salimos de la capilla y vamos a la última alcoba que habitó el sacerdote; la cama está cubierta con una colchoneta blanquísima bajo un polvo tamizado, unos rosarios de madera cuelgan de la pared y un crucifijo en la cabecera cubierto de polvo gris mira hacia el lecho con los brazos extendidos. Sobre la modesta cama individual reposan un pequeño sombrero de palma y un bastón de madera que fueron sus últimos compañeros.
He perdido ya la cuenta de los rincones, habitaciones y pasillos que conforman esta finca, llevamos casi dos horas de recorrido a paso lento, pisando con cuidado las escaleras a veces agrietadas y los pisos que parece se estremecen a nuestro paso.
Hay también una biblioteca que resguarda libros en distintas lenguas, misales y textos de temas religiosos.
El padre Guillen, a quien siempre en la comunidad le llamaron Tito, era originario de La Media Luna en la Sierra de Mazamitla. Llegó a radicar a San Pedro Tesistán hace más de 40 años como sacerdote del pueblo, también en Jocotepec ofreció sus servicios sacerdotales. Hablaba siete idiomas, entre ellos inglés, italiano y francés, estuvo en Roma. Y en la Ciudad de México, fue maestro de instrucción básica.
-Siempre fue muy reservado, no platicaba casi de sus proyectos.
No le gustaba tampoco recibir visitas, tenía once perros que anunciaban el llamado de alguna persona en la puerta, convivía sobre todo con sus hermanos y su madre. Solo el día de la muerte de su madre la señora Rita, acudieron las nietas a darle el último adiós en su lecho y a prepararle sus ropas para la despedida en un funeral con pocos asistentes.
Desde la muerte del padre Tito que ocurrió en agosto del año pasado, han venido muchos sacerdotes a este lugar; se han llevado algunos cuadros y objetos que son valiosos para los templos. Murió a los 74 años, en medio de su gran proyecto de vida, ofrecer una casa de oración para tener encuentros familiares cristianos, un asilo de ancianos, dispensario médico, clases para los niños y jóvenes, y asistencia espiritual para los más necesitados.
En sus funerales el señor Cura Rubén López colocó sobre el ataúd los ornamentos sacerdotales, le dijo -Eres Sacerdote y como Sacerdote te vas.
Y así partió, desde el mutismo de la casa que habitó hacia el silencio sepulcral, seguramente pidiendo a Dios como en el libro de Tobías 4, “… que lleguen a buen fin las sendas y proyectos”.
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