El ritual se dejó de hacer por la influencia de la religión católica en la comunidad
José Luis Claro junto a los niños que subieron a La Nola. Fotografías: Manuel Jacobo.
Manuel Jacobo (Mezcala, Jal).- Los niños de la comunidad indígena Coca de Mezcala de la Asunción, Jalisco, realizaron un ritual ancestral en el sitio sagrado conocido como La Nola, en el Día Mundial de la Lengua Materna.
Desde las cuatro de la tarde, los niños se reunieron en el restaurante de turismo comunitario conocido como Paraje Insurgente, de ahí partieron hasta llegar al Arroyo Grande. Después de casi 20 minutos de caminar y estando ya sobre la falda del cerro arribaron al sitio sagrado.
Primero visitaron la cueva que se encuentra en el sitio sagrado, y recibieron su primera lección y acercamiento con su cultura ancestral. Ahí, José Luis Claro les señaló lo que Antonio Tello describió a su llegada por estas tierras y que en sus escritos señala que habitaba el viejo Cocal, al que la gente consultaba cuando estaba en apuros.
Los niños que habían recolectado flores a su paso, subieron a “La Vieja” —nombre común y en español con el que es conocido el sitio sagrado—, así como los hormigas suben hasta su nido, los niños llegaron a la cima.
Prepararon su masa con maíz, acomodaron sus flores y con un toque de pulque ofrendaron a La Nola. Al grito de “Santa María de Soyatlán, queremos agua”, los niños sorprendían mientras rociaban el agua sobre “La Vieja”, sus ojos y cara de alegría quedaba evidente frente a su nueva experiencia.
Una vez que habían ofrendado flores, masa, maíz, pulque y agua, los niños comenzaron su descenso para reunirse sobre la falda del Arroyo Grande, ahí unos niños decían: “Hay que bajar porque va a llover como cuando venían los antepasados”.
El ritual que se realizó fue descrito por Fray Antonio Tello, cuando llegaron los conquistadores a estas tierras, en el que no hubo intervención de los españoles. Ahí se describe cómo los indígenas de Mezcala iban a pedir un buen temporal de lluvias para que no tuvieran carencias sus milpas.
Recordar para no olvidar
Del ritual que se realizó, se tiene registro hasta hace por lo menos 40 años atrás donde la población lo realizaba, pese que era considerado como un acto pagano por la religión católica.
El sincretismo se encargó de hacer unas modificaciones y se introdujeron cantos y rezos católicos. Antiguamente, el ritual consistía en “la gente si iba caminando desde los caseríos —ósea, desde los barrios de la comunidad—, en ocasiones la gente se iba descalzo, traen cántaros, cubetas, baldes de pulque y aguamiel, masa, maíz y flores y todo estos con la finalidad de ir a bañar La Nola, que es la abuela, la mamá de la mamá”, señaló la historiadora Rocío Moreno.
El ritual hasta hace por lo menos 40 años seguía vivo en la población de mayor edad de la comunidad; sin embargo, la intervención de la religión católica y la llegada de una catástrofe en la comunidad marcaron y menguaron la realización de dicho ritual.
El ocho de julio de 1973 azotó a la comunidad de Mezcala una tromba con mayor potencia sobre el barrio de Cantería. La iglesia atribuyó este hecho natural al ritual que se hacía y por tal motivo indujo a la comunidad a dejar de realizarlo.
Entre los relatos que ha conseguido Rocío Moreno, nos damos cuenta que “la gente narra que ese año había sido mal temporal de lluvia, porque este ritual se hace solamente cuando no hay lluvia… En esos días había subido gente a pedir agua y sucede que cayó la tromba que causó la muerte de muchísimas personas en la comunidad. Entonces, el padre se agarró de ahí para decir que eso es lo que pasaba por ir a pedirle y a orar a una roca”.
Después de la catástrofe natural, las personas que sentían afecto por el ritual eran señaladas, “porque es un acto totalmente hereje, porque ahí depositas toda tu confianza a una roca, a un ser vivo, yo me atrevo a decir, a diferencia de la concepción de la iglesia católica” señaló la historiadora.
Actualmente existen personas que vivieron estos hechos. A ellos les tocó conocer en “carne propia” cómo el ritual se dejó de hacer poco a poco. Ahora vive en el recuerdo de las personas, vive y parece no desaparecer, pues con esa mezcla sincrética se sigue realizando en otros puntos de la comunidad.
En el barrio de La Cuesta, hasta hace por lo menos cinco años, la señora Carmen Pérez Moreno, realizaba un ritual muy similar el camino que va hacía la Cumbre —uno de los cerros de la comunidad—, ahí diversos niños hacían un ritual que mezclaba cantos católicos y toda la simbología que se usaba en el sitio sagrado, bañaban una piedra y le cantaban.
Historia comunitaria como un frente al olvido
Los niños que asistieron a hacer el ritual forman parte del taller de historia comunitaria que imparte la estudiante de doctorado de la Universidad de Guadalajara, Rocío Moreno, y que se realiza desde la primera semana del mes de enero.
En su primera etapa, el taller tiene como objetivo revisar la etapa prehispánica, en la cual se incluye “la historia de La Nola, los petrograbados, pinturas rupestres y el ritual que se hacía al lago, éste, con ollas de barro o de piedra que se lanzaban al lago” señaló la tallerista.
En su segunda etapa, el taller se dedicará a ver la historia de la insurgencia. Los niños conocerán las historias que corren con relación a la gesta heroica y desde ahí aprenderán también a “describir que es su territorio, al mismo tiempo que vamos a ver la insurgencia, ellos aprenderán qué es su tierra”, señaló Rocío.
La tercer etapa estará marcada por la Revolución Mexicana. “Ahí se hacen entrevistas a sus abuelos —bueno eso se hacen en todas las etapas—, como ahora de la vieja fueron a preguntar a varias personas”, dijo.
En su etapa final se tocará el tema de Cultura, en la que ellos aprenderán sobre sus usos y costumbres, al finalizar el taller —que será en el mes de mayo— se pretende que los niños se integren a una danza tradicional, ya que el barrio en el que se realizan los talleres ha perdido su participación en las danzas tradicionales.
Sobre la importancia de los talleres, “es para que no se pasen por alto los símbolos, ya que éstos son tan cotidianos que pueden pasar por desapercibidos y es lo que nos conforma como pueblo”, enfatizó Rocío Moreno.
El dato:
Según el cronista Noel Contreras García, este ritual se realizó por última vez sin intervención de los conquistadores en 1723, año en el que se realizó el cambio de autoridad en la comunidad.
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