Los principales barrios que festejan esta tradición son San Sebastián, San Miguel y el de Guadalupe
Capilla de La Crucita tras la misa que se realizó a las 8:00 de la mañana. Foto: Sofía Medeles.
Sofía Medeles.– Los altares dedicados a la cruz decorados con papel picado, arreglos florales y abundantes despensas, llenaron las calles de Ajijic, el pasado martes 3 de mayo.
Después de dos años de la ausencia de la celebración, los ajijitecos finalmente regresaron a disfrutar de la compañía de sus vecinos, la quema de toritos de pirotecnia y la música de banda, que no faltó en ningún barrio.
Además, este año volvió la misa de las 8:00 de la mañana en la capilla de “La Crucita” con la participación de poco más de 20 personas, misma que también lució adornada, al igual que las cruces de las estaciones.
Las calles que tuvieron más participación de esta tradición fueron: la Emiliano Zapata en el barrio de San Sebastián, ubicado al norte de la delegación; la calle Juárez en el barrio de San Miguel, a unas cuadras de San Sebastián; y Ocampo y Francisco Villa, en el Barrio de Guadalupe, al poniente de la población.
En estos puntos, se pudo ver a varias personas arreglando y decorando sus altares. Más tarde, al anochecer, las familias y vecinos se reunieron a la espera de que se “levantara la cruz”, mientras tanto, disfrutaban de la música y la pirotecnia, que algunas familias aportaron.
Esta costumbre lleva varios años presente en el pueblo, algunos entrevistados aseguraron que tiene al menos un centenar de años realizándose, como es el caso de la señora Teresa, de la familia Ponciano Blas, quien vive en la calle Francisco Villa.
“Es una tradición que se hace desde mi bisabuelita. Ha cambiado, antes, sólo se ponía fruta y se ponía en varas colgadas, ya lo de la despensa es más nuevo. Lo que se llevan, lo tienen que devolver el próximo año, y si quieren, le ponen un poquito más”, explicó la señora Teresa.
La tradición del día de la cruz consiste en colocar un altar, con una ofrenda que consiste en varios artículos de despensa, desde víveres comestibles, hasta jabones, cartones de cerveza, tequila, toros de pirotecnia, y en algunos casos, se ameniza con música de banda.
Las familias sacan su ofrenda, y esperan a que alguien la “levante”, es decir, se lleve la despensa, con la promesa de que el siguiente año, la devolverá. La dinámica en cada familia cambia, en algunos casos devuelven lo que se llevaron, en otros ponen un poco más, y en otros ponen el doble.
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