Leticia Trejo Escobar es Profesora de Yoga y entrenadora personal. Foto: Archivo Laguna.
Por Pilar Trejo, Salud y Bienestar
“Somos criaturas frágiles, y precisamente desde esa debilidad, no a pesar de ella, descubrimos la posibilidad de la auténtica alegría…” Desmond Tutu, 2016
Cierra los ojos, respira con profundidad y evoca una situación insostenible para ti en algún punto de tu vida. Ahora piensa la manera en que influyeron tus emociones en esa ocasión. ¿Qué emociones experimentaste? ¿En qué lugares de tu cuerpo se manifestaron? ¿Qué pensamientos te acompañaron? Y, ¿de qué manera influyó todo ello para las decisiones que tomaste?
En su parte más básica, el circuito lucha o huye nos ha ayudado para sobrevivir desde una forma instintiva, gracias a nuestro sistema límbico, podemos experimentar una gama de emociones para nosotros mismos y para compartir, y a través de nuestros pensamientos le damos una interpretación muy particular a lo que nos sucede. Gracias a las emociones podemos vivenciar el miedo ante una situación que consideramos catastrófica, enojo ante ciertas adversidades, tristeza ante las ausencias o las pérdidas y alegría ante sucesos placenteros, aunque no siempre seamos conscientes de lo que sentimos o no nos demos cuenta de que las emociones nunca se presentan solas y de que existe una gama impresionante de matices en una u otra.
Y es que las emociones nos acompañan siempre, de tal forma que es imposible dejarlas de lado hasta para las decisiones más simples en nuestra vida, trastocando nuestro mundo. Influyen en la forma en que interpretamos el mundo, analizamos los contextos, observamos a las personas, alcanzamos o no nuestras metas y hasta para aprender.
¿Las emociones representan un obstáculo o una bendición en nuestras vidas? Estoy segura de que para algunos representarán lo primero, para otros lo segundo, y habrá quienes no habrán pensado en esta pregunta. Lo que sí puedo asegurar es que, sin darte cuenta, las emociones han estado allí en esos momentos en que necesitamos actuar y alcanzar nuestros objetivos y metas…o no.
Y es entonces cuando hablamos de la importancia de generar consciencia emocional, sabiendo que las emociones no son ni buenas ni malas per sé, están ahí porque existen desde la creación del ser humano, ayudándonos a sobrevivir y dándole sentido a todo lo que vivimos. Aceptar su existencia es aceptarnos a nosotros mismos, y aceptarnos a nosotros mismos es saber que podemos aprender a darles nombre, a aceptar que son nuestras, a reconocer de la forma en que las vivimos y del cómo afectan a las decisiones que tomamos y, sobre todo, a tomar consciencia de que podemos aprender a gestionarlas.
Por Leticia Trejo
Muchos de mis alumnos son personas adultos jóvenes, entre los 35 y los 45 años, que forman familias que en este momento tienen hijos pequeños desde recién nacidos hasta pubertos de 12 años, estas familias, al parecer de forma general, están pasando por grandes retos de salud, los veo batallar bastante con ciclos de enfermedad que empieza (quizás) con la asistencia de los pequeños a las guarderías, a los preescolares y a los centros de estudio que correspondan. Una semana está enfermo el niño más pequeño, la siguiente semana la mamá no puede ni levantarse de la cama, la siguiente semana se enferman el papá y el otro hijo (o hija). Uff, es una montaña rusa en la que los gastos aumentan de forma descomunal, entre las citas con los médicos, los análisis de laboratorio y los medicamentos las cuentas se van al cielo.
Los procesos de enfermedad siempre producen crisis, pequeñas o grandes, pero no solo en la vida sino en el organismo. Crisis a nivel celular y orgánico, crisis a nivel emocional y mental, y crisis en la gestión del tiempo.
Pero por otro lado, los procesos de enfermedad ponen a trabajar la inteligencia natural de nuestro organismo, si le damos las condiciones adecuadas, el sistema inmune se fortalece, aprende y se agiliza con cada crisis para lograr restablecer la salud.
Si tú, querido lector, tienes hijos pequeños y estás dentro de este ciclo de enfermedad, me gustaría hacerte algunas sugerencias:
Para tus niños:
Para ti:
¡Feliz Navidad! Para quienes celebran esta tradición, y para todos mis mejores deseos para que le den a su organismo el descanso y felicidad que se merece en estas fechas.
Por Leticia Trejo.
Se sabe, con evidencia científica, que existen lugares en el mundo en donde las personas tienen una excelente calidad de vida, que los lleva a vivir más de 100 años; en donde no hay enfermedades crónico degenerativas ni adicciones, estos lugares se conocen cómo las zonas azules. De la misma forma, en la Teoría de las Seis dimensiones del bienestar se ha comprobado que para disfrutar plenamente de la vida debemos buscar el equilibrio entre seis principales esferas de nuestra vida. En la filosofía de los 8 brazos del Yoga de Patanjali también se comparte un Sistema que contiene varios procesos para lograr la plenitud, la dicha y el cese del sufrimiento.
Estudiando sistemas de bienestar, pero también implementándolo en mi vida me doy cuenta que estos sistemas tienen tres factores comunes, gracias a los cuales se logra esta inmejorable calidad de vida:
La familia es muy importante para ellos, por supuesto que hay conflictos con los seres queridos, pero se resuelven y hacen uso de todas las herramientas posibles para que se restaure la armonía en la familia.
Los amigos son otro factor importante, esos amigos a los que puedes llamar a las 3:00 de la mañana y con mucho cariño te escuchan y te apoyan.
La comunidad es eficiente, toman las decisiones entre todos, y también, cuando alguien tiene un problema, la comunidad busca cómo solucionarlo aportando lo que sea necesario.
Estos tres factores necesitan que cada persona desarrolle su inteligencia emocional, gracias a la cual se le facilita el desarrollo de habilidades socio – emocionales. Son las herramientas que le permiten a las personas entender y regular sus emociones, sentir y mostrar empatía por los demás, establecer y desarrollar relaciones positivas, tomar decisiones responsables, y definir y alcanzar metas personales.
Estas habilidades contribuyen a la prevención de trastornos psicológicos y al rendimiento académico, así como al desarrollo óptimo de las personas en diversos contextos. La educación socio – emocional es un proceso de aprendizaje que lleva al individuo a:
Comprender y regular sus emociones.
Construir una sana identidad personal.
Mostrar atención y cuidado hacia los demás.
Colaborar y aportar en diversos ambientes interpersonales.
Establecer relaciones positivas.
Tomar decisiones responsables.
Aprender a manejar situaciones retadoras de manera constructiva y ética.
El tema es fascinante ya que se está implementando en los sistemas educativos, pero no de forma teórica hablándole a la mente de las personas, sino a través de una serie de prácticas que, de forma vivencial, ponderan el auto – conocimiento. Se usan técnicas artísticas cómo la música y la pintura, técnicas que involucran al cuerpo y su desarrollo de habilidades, así como técnicas que incluyen a la mente y cómo mejorar su desempeño.
Ojalá se logre, de verdad, que cada individuo realice las prácticas necesarias para desarrollar estas habilidades que garantizan un mundo con más armonía y bienestar.
Por Leticia Trejo, Salud y Bienestar.
Estoy recordando un meme muy particular, de autor desconocido o por lo menos la imagen no contenía el nombre del autor, haciendo alusión a lo difícil que es reconocer ante otros nuestro estado anímico. Iba más o menos así:
Hola, ¿cómo estás?
-Estoy bien.
¿Bien de bien o mal, pero no quieres que yo sepa que estás mal?
-Bien de cállate y dame un abrazo.
¿Te parece conocida la respuesta? Considero que desde muy pequeños nos enseñan que lo correcto es no mostrar nuestras emociones, así que entramos en un conflicto porque nuestro corazón, nuestras entrañas, nuestra respiración y todo el cuerpo nos grita que estamos mal, pero nuestra mente es obligada a negar cualquier emoción intensa que ponga en aprietos nuestras relaciones interpersonales. Es por esto que visitar a un psicólogo es tan importante, aprender a expresar lo que sentimos sin avergonzarnos por ello, dejar que el cuerpo y la mente integren y reconcilien sentimiento-emoción-respuesta en un espacio seguro (quizás haya excepciones con psicólogos con poca ética, pero no es nuestro tema el día de hoy).
Cuando empecé a profundizar en el estudio del Sistema de las Seis Dimensiones del Wellness pude darme cuenta de que hay seis preguntas claves que nos pueden ayudar a autoevaluarnos y así encontrar respuestas que nos ayuden a generar estrategias para lograr un equilibrio en nuestra salud integral. Estas son las preguntas que diseñé hace algunos años:
Bienestar físico: ¿Estás conforme con tu condición física actual?
Bienestar mental: ¿Crees que tus patrones de pensamiento promueven el logro de tus metas?
Bienestar familiar (social): ¿Cómo te nutren tus lazos afectivos?
Bienestar laboral (comunidad): ¿Amas lo que haces para vivir en prosperidad?
Bienestar financiero: ¿En qué medida tu salud financiera influye en tu nivel de satisfacción y felicidad?
Bienestar espiritual: ¿Estás en paz con tu lugar en el Universo, le da sentido y propósito a tu vida?
El diseño de estas preguntas inspiradas en las seis dimensiones del Wellness nació del triste reconocimiento de que, a la mayoría de las personas no les agrada la idea de visitar a un psicólogo. Es difícil aceptar que todavía existe una resistencia cultural, una creencia arraigada de que solo los “loquitos” deben visitarlo, o de que sólo cuando se tienen problemas emocionales graves es cuando hay que hacer una cita con algún “loquero”, como ofensivamente dicen algunos individuos. Estas preguntas no son realmente profundas, ni contestarlas va a resolver todos los problemas de nuestra vida, pero es un comienzo. La persona que se detiene a responderse de forma honesta a sí mismo podría iniciar un camino de reconciliación interior que, con la asesoría adecuada, podría darle una guía hacia dónde debe de dirigir sus esfuerzos para pasar del lugar en donde se encuentra ahora a un lugar mejor, con relaciones más sanas y metas más claras. Si las contestas querido lector, sólo me queda desearte un viaje estimulante y retador que te llene de ganas de vivir y aprender.
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