¿Orden o caos? Ése es el dilema
Jocotepec cuenta con un comercio abundante y variado que se mantiene activo y cambiante —lo último en cuanto a que tanto un nuevo negocio puede tener la oportunidad de incorporarse con éxito al mercado, como de fracasar y retirarse sin despedirse—. La mayor parte de los pequeños y grandes establecimientos se aglomeran en las zonas comerciales fijas: en el tianguis, los días jueves y domingo, y en el mercado, toda la semana.
En los últimos años, se ha presentado un aumento significativo en el número de comerciantes que radican en estos lugares, o por lo menos pareciera que así es. Si bien en el mercado se mantienen casi los mismos negocios que desde años atrás se han instaurado ahí -con la excepción de unos, muy pocos, nuevos locales-, es notorio que los días de tianguis, nuevos y pequeños negocios han encontrado la manera de formar parte de la compraventa de productos, aún sin localizarse dentro de los límites marcados del espacio geográfico destinado pues ahora es muy común encontrar ventas, de ropa y comida en su mayoría, en la Plaza del Barrio de la Calabaza o de La Campana por ejemplo, siendo que el tianguis se ubica a cuadras de distancia.
El comercio informal se ha abierto camino con mayor fuerza últimamente; sin embargo, siempre ha existido y forma parte de la economía Jocotepense, aún para el disgusto de muchos pues ha dado pie a una lucha de enfrentamiento contra el comercio formal y el tránsito vehicular.
No es un misterio el descontento del comercio instaurado de manera formal en la zona del Mercado que si bien éste posee y otorga beneficios a los compradores, se ve en desventaja cuando son “los otros comerciantes” quienes acaparan la clientela –debido al fácil acceso por ubicación y precio en sus productos que presentan a los clientes- o la ahuyentan al no dejar espacio disponible para el estacionamiento y circulación de vehículos. El gobierno no puede negar a nuevos vendedores informales la posibilidad de instalarse en las zonas comerciales, pues esto representa una oportunidad de trabajo para quien no tiene manera de pagar un local y comenzar un negocio en forma, pero si tiene la responsabilidad de ubicarlos en un espacio adecuado de manera que facilite la circulación y se mantengan despejadas banquetas y lugares de estacionamiento.
Sin embargo, no podemos dejar libre de culpa a los locatarios, pues la mayoría de ellos mantienen la idea de que al fijar su negocio conlleva el tener derecho a tomar como posesión suya el espacio de calle que corresponde a las medidas de su establecimiento, y colocar botes, sillas, piedras o cualquier otro objeto que funcione para evitar el estacionamiento de cualquier otro coche que no sea el suyo o simplemente para dejarlo libre y su comercio sea visible. También hay quienes han optado por colocar sobre la calle un puesto como extensión de su tienda y tratar de aumentar la venta de sus productos.
En teoría, el comercio formal e informal poseen rasgos característicos, desde la diferencia en la paga realizada al gobierno hasta la garantía en la higiene del lugar y en sus productos; sin embargo, últimamente han tomado actitudes y acciones similares pensadas no tanto en los posibles compradores sino más bien en el bien de su propio negocio.
La invasión de espacios públicos por parte de los comerciantes es un tema que necesita la atención de las autoridades. Invitar al negocio formal pinta como la solución ideal —pues aún dentro del Mercado hay algunos locales que se encuentran vacíos—; sin embargo, sabemos que no es posible para todos los comerciantes. Queda como una tarea más para el gobierno el encontrar un lugar adecuado para la instalación de los negocios informales de manera que resulte un beneficio para vendedores y compradores.
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