Con ocho décadas de vida sigue preparando el tachihual y la sema que le enseñó su mamá. Desea que sus nietos sigan con la tradición
Durante los fines de semana, unas niñas vecinas del pueblo son quienes le ayudan a “Mi Mago” a vender su pan en las calles de San Juan Cosalá.
Jazmín Stengel (San Juan Cosalá, Jal.).- “Mi mamá me ponía a ablandar la masa en las mañanas”. Así recuerda Margarita Villalobos Rodríguez, de 83 años y originaria de San Juan Cosalá, cómo aprendió a sus diez años a hacer el tachihual y la sema. Margarita es conocida en su pueblo natal como “Mi Mago”.
Con quince años cumplidos tomó la decisión de buscar trabajo en la gran ciudad y allí fue empleada del Seminario de Guadalajara durante casi 15 años.
En 1961 la madre de Margarita se enferma y se ve obligada a regresar para cuidar de ella. Semanas después, cuando su madre mejora, Margarita vuelve a Guadalajara a trabajar en la misma casa donde se empleaba su prima. A presar de lo bien que le iba, “Mi Mago”, decide volver a San Juan.
A los 25 años contrajo matrimonio con Tomas Vásquez, viudo y padre de cinco pequeños. “Con mi esposo jamás me faltó nada”, afirma con una tierna sonrisa. Margarita dedicó el resto de su vida a cuidar los hijos de su marido y traer al mundo otros cuatro. “A todos les daba el mismo trato, los nueve eran mis hijos”, recalcó.
Hace cerca de ocho años, cuando la mayoría de sus hijos ya tenían familia, Tomás falleció, y, ante la necesidad económica, comenzó a hacer aquel pan aprendido en su infancia para ganarse la vida.
Un mes después de la muerte de su esposo, Margarita se cayó y fracturó una pierna mientras atizaba el horno para el pan. Desde su accidente sólo volvió a caminar con ayuda de una andadera y son sus nietos quienes hoy le ayudan hacer semas y tachihuales todos los viernes y sábados de cada semana.
Mi Mago se ha visto afectada por la baja en la economía, “Antes hacía hasta tres arrobas de harina, hoy saco de una y media a dos”, y no olvida mencionar con orgullo que ha entregado pedidos a extranjeros y a mexicanos que nos visitan, los cuales han comprado hasta mil pesos en diferentes tamaños de panes.
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