Juan Diego Castro es un apasionado de los trenes y pretende hacer del vagón ubicado afuera del CCGG un museo de sitio
Juan Diego Castro fue el que gestionó el proyecto para traer el cabús a Chapala, aunque no pertenece a la época de la estación, pretende hacer dentro del vagón un museo de sitio. Manuel Jacobo.
Manuel Jacobo (Chapala, Jal).- Juan Diego Castro nos abre una ventana a la historia de Chapala con el tren. Sus gestos hablan del amor que tiene por el ferrocarril, parte esencial de su vida.
El entrevistado viste de manera formal. Sus lentes y su cabello plateado dejan ver sus 70 años de vida. La madurez es patente en su forma de hablar, en sus papeles e investigaciones. Desde pequeño viajó en tren al lado de su abuelo, y como todo menor, siempre quiso tener uno. De ahí su amor por ellos.
Escucharlo hablar del tren hace que te enamores de los ferrocarriles. Con Diego no hay supuestos ni dichos. “El tren lo relacionan con Porfirio Díaz porque él llenó el país de vías férreas”; sin embargo, él no estuvo en la inauguración de la estación de Chapala, el día 8 de abril de 1920, pues él había muerto. No tuvo ni conocimiento del proyecto”, refirió.
Juan Diego Castro añadió que fue el presidente municipal, el ingeniero Salvador Ulloa, quien en representación del gobernador Luis Castellanos y Tapia, declaró inaugurado el nuevo ferrocarril en nombre del presidente Carranza. “Sí, iba a venir a la inauguración, pero como fue la revolución y Obregón seguía a Carranza, gentes de Obregón lo mataron en mayo, justo un mes después” (sic).
“Christian Schjetnan recibió la concesión de la estación el 19 de marzo de 1917, después de haber pasado por varias concesiones. La vía férrea tendría un recorrido de 26 kilómetros de longitud. La estación Chapala contaba con tres trenes que salían diario, y el vapor que salía a las 10 de la mañana”, recordó.
El cabús afuera del edificio del CCGG data de la época de los años cincuenta; su número de serie es 44073 y estuvo en función hasta el 2003. Fue encontrado en zona de El Chepe, por la región Tarahumara.
Su amor por los trenes lo ha llevado a conseguir el cabús (el último vagón de un ferrocarril) que se encuentra en la calle González Gallo, afuera del Centro Cultural González Gallo (CCGG) antigua estación del tren en Chapala, en la cabecera municipal.
Cuenta que en tres ocasiones se perdió la oportunidad de traer el vagón, pues no se concretaba el traslado del mismo.
La exdirectora del CCGG, María Elena Ramírez, al dejar su cargo, señaló a la prensa que no estaba totalmente de acuerdo con que el cabús estuviera fuera del Centro Cultural González Gallo (CCGG), pues éste no era de la época de 1920.
Diego explicó que María Elena desde el principio le apoyó con la realización del oficio para hacer el proyecto, y después se mostró indiferente al mismo.
Sin embargo, para Juan Diego lo que se pretende con este cabús es educar a la población. Sabe que es de “mil novecientos cincuenta y tantos” y no de la época de la estación de ferrocarril, pero dice que lo importante es que “evoca a la época del tren”.
Con estas diferencias entre el CCGG y su proyecto, Diego pretende hacer museo de sitio el cabús y no la estación. Tiene información de que el reloj se encuentra en una cantina de Tizapán y que los muebles de la estación están en una casa con personas de Chapala, entonces su idea es que el cabús sea un museo y albergue dichos objetos.
Juan Diego Castro estudió la Licenciatura en Administración, es maestro emérito e ingeniero financiero. Su vida la ha dedicado a la docencia igual que su padre, quien fue maestro normalista e ingeniero agrónomo. Es padre de cuatro: tres mujeres y un hombre.
En 1950 llegó a Jalisco. Por esas fechas ya visitaba Chapala, y fue hasta 1970 y 1971 que consiguió una propiedad en San Antonio Tlayacapan para la cervecería Carta Blanca, empresa en la que laboró y obtuvo gran parte de sus conocimientos. Fue hasta 1997 cuando logró instalarse en la propiedad.
En esa propiedad, actualmente tiene con su familia un café temático. Su nombre es Máquina 245. Ahí, desde que se entra se miran los letreros que hacen alusión a los tranvías. Su decoración incluye vías y réplicas de los trenes y vapores que funcionaron en Chapala. El sonido del tren no falta, sobre el techo, pasa el tren, el sonido lo hace la hija de Diego con una pieza que perece flauta.
Aunque viene de la zona norte del país, él tiene amor por Chapala y su país. Su amor lo define como “la patria es una figura del pensamiento individual. La historia de Chapala está en el tren como forma medular”, por eso considera que es importante darle hospitalidad al cabús.
Así como en 1920 llegó la máquina número 25 a Chapala y ahora no se puede tener, pide hacer más por el rescate “ya que el trabajo ennoblece y el criticar envilece”, sentenció.
Ahora se prepara para asistir al evento que se realizará en Querétaro, un lugar donde se reunirán los amantes de los trenes para compartir las historias del tren en México, pues pertenece al grupo Amigos del Ferrocarril.
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