Tras haber abrazado las drogas, hoy lucha con gran voluntad por su rehabilitación para algún día regresar con fuerzas.
Centro de Recuperación y Rehabilitación para Enfermos de Alcoholismo y Drogadicción (C.R.R.E.A.)
Jazmin Stengel (Chapala, Jal.)-. Por respeto, se ha cambiado el nombre de la persona entrevistada para proteger su identidad.“Caí a los separos y mi hermano me llevó al centro”. Con estas palabras Julián comparte con nosotros cómo llegó, por primera vez, al Centro de Recuperación y Rehabilitación para Enfermos de Alcoholismo y Drogadicción (C.R.R.E.A.), de Chapala en Marzo del 2012.
Allí estuvo en el cuarto “Ditox”, donde permaneció tres días solo y sin salir hasta que sintió su cuerpo parcialmente desintoxicado.
Después de haber pasado años bajo el efecto de las drogas, ante la abstinencia, su cuerpo sufría intensos dolores, para eso “Me daban las famosas pingas para que pudiera dormir”, recordó el joven de 23 años.
El peor de esos recuerdos es cuando intentó escaparse del centro. “Me descubrieron y castigaron, pero los castigos no son tan fuertes”, aclaró con picardía.
Los castigos van desde tirar el agua sucia, la basura, cortar leña u otras actividades a las que no están acostumbrados a realizar.
Julián pasó cuatro meses en cerrado antes de que sus padres fueran a recogerlo, “Creí que ese día no pasaría, pero sabía que iba a salir de aquí”.
El joven salió del centro con la idea de jamás volver a probar sustancia alguna.
A partir del día que se independizó de su familia, comenzó su recaída y al tiempo volvió al centro.
“No encontraba mi lugar en el mundo y aquí me siento apoyado”, reveló.
Al referirse al trato que les daban adentro apuntó que “antes nos enseñaban con golpes emocionales, ahora la disciplina es mucho más tranquila”.
Dentro del centro cada uno tiene su propio casillero y cama, aunque, los cuartos se comparten entre 5 personas.
“La comida es riquísima, no sé cómo es en otros centros, pero aquí me alimentan muy bien”, comentó entre carcajadas.
“En las drogas lo pierdes todo”, reflexiona mientras recuerda cómo se separó su familia debido a su problema de adicción.
El jóven no se arrepiente de lo que ha vivido, sin embargo, aprendió mucho de las experiencias y deja un mensaje: “La fiesta es la onda, pero te deja solo y la verdadera compañía no se compra”.
Foto: D. Arturo Ortega.
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