Fiestas del Señor del Monte de Jocotepec (Tercera Parte)
Mtro. Gabriel Chávez Rameño.
Cronista.
Tercer domingo de enero la fiesta del Señor del Monte de Jocotepec en grande, y continuamos con la crónica de estas bonitas fiestas hechas por el Pbro. Luis Enrique Orozco: “Un informe de 1785 se expresa así: «JOCOTEPEC. Diez leguas al oriente (de Guadalajara). Curato de Clérigos con rendimiento de $3,000 pesos y habitado por 587 españoles, 1,184 indios y 373 de otras castas, ocupados en sembrar maíz, trigo, garbanzo y otra semillas de las que hacen abundantes cosechas, destinándose algunos indios a la pesca en la famosa Laguna de Chapala, cuya longitud pasa de 50 leguas, tomada de Oriente a Poniente y 8 de Norte a Sur». (Noticias varias de la N. Galicia, Pág. 59)
Tal es el escenario histórico en donde se desarrolla el descubrimiento de la imagen de Jesús Crucificado en su advocación de «EL SEÑOR DEL MONTE», cuyo origen está enteramente ligado a otro Crucifijo, allá mismo de JOCOTEPEC, también muy venerado, con el título de «EL SEÑOR DEL HUAJE» y de aquí la necesidad de hablar de este último. ES tradición que a principios del siglo XVIII en el año de 1718, siendo Obispo de Guadalajara el Ilmo. SR. D. Fr. Manuel de Mimbela, de la Orden de San Francisco,… una indita de San Pedro Tesistán, cercano a Jocotepec, veía en las noches la llama de una pequeña luz en dirección al predio aún denominado «EL SALITRE» ocupado en esa época de un bosquecillo de árboles silvestres. Lo comunicó a otros naturales del pueblo quienes se dirigieron al lugar preciso y encontraron un árbol grueso y frondoso llamado «huaje» cuyo tronco y ramas figuraban muy bien la imagen de un Crucifijo gigantesco. Cortaron el árbol e hicieron que un escultor sacara la figurada imagen de Jesús Crucificado en la actitud de su agonía o expiración y de tamaño agigantado, tal cual se veía modelado en el «huaje»… (De la historia del Señor del Huaje ya platicaremos en futuras ediciones).
La misma tradición refiere que de las mismas ramas del mismo árbol, de donde sacaron al SEÑOR DEL HUAJE, sacaron otros dos crucifijos: uno pequeñito, que antiguamente, guardado en un nicho, recorría en visita los poblados de la jurisdicción de Jocotepec, y otro de tamaño mediano, menos que el natural, ambos también de la expiración. Este Santo Cristo mediano fue conducido a la santa iglesia parroquial, y como al más grande se le señaló lugar en el altar mayor, a éste se le colocó en un muro dentro del bautisterio que había a la entrada de la misma iglesia y por estar allí colocado dieron en llamarlo «EL SEÑOR DEL BAUTISTERIO». Dicho crucifijo se ocupaba siempre en colocarlo el Viernes Santo en un monte que formaban imitando al Monte del Calvario para ejercicio tan en boga entre nosotros y conocido como «LAS SIETE PALABRAS» y que ordinariamente tiene lugar a las tres de la tarde para conmemorar la agonía y las siete palabras de Jesús en la Cruz. Del hecho de colocarlos todos los años en dicho monte nació la costumbre de llamarlo «EL SEÑOR DEL MONTE» título con el que ahora es venerado y conocido.
En 1833 furiosa se desató la peste del llamado «COLERA MORBUS» que por sus grandes estragos se le intitulo: «EL CÓLERA GRANDE» y segó tantas vidas que los pueblos de Jalisco parecían cementerios. Dícese que en Jocotepec fue tanta la mortandad que aterrados los vecinos que quedaban en pié corrían a la iglesia y como EL SEÑOR DEL MONTE les quedaba a la mano, a la entrada del bautisterio, se abrazaban de él, lo bañaban con sus lagrimas y llenos de dolor imploraban compasión y misericordia. El párroco Pbro. D. Domingo Álvarez Tostado, que había tomado posición de la parroquia el 12 de octubre de 1833, por la muerte del anterior párroco Pbro. D. Francisco Medrano… se hallaba también en cama atacado del terrible mal. Ante tan desolador cuadro nació la idea de acudir al SEÑOR DEL MONTE en demanda de auxilio y protección. Juntáronse los vecinos y acompañados de la Autoridad Civil, se presentaron ante el párroco y bajo la santidad del JURAMENTO, prometieron al SEÑOR DEL MONTE que si el azote cesaba, lo reconocerían como especialísimo protector de todas las necesidades espirituales y materiales, públicas y privadas de la feligresía de Jocotepec y, como testimonio de gratitud, se obligarían a celebrar todos los años futuros una Solemnísima Función, costeada por el vecindario, en el día del dulce nombre de Jesús.
Jesús Crucificado escuchó sus angustiados ruegos y la peste instantáneamente desapareció, por esto el 8 de noviembre de 1833 ante el Alcalde de Jocotepec, D. José Ornelas, se presentaron a nombre de los demás vecinos, los señores: D. JUAN JOSÉ CASTILLO, D. FELICIANO CHAVOYA, D. JOSÉ SECUNDINO CORONA, D. JOSÉ MARÍA HERMOSILLO, D. BRUNO GUTIÉRREZ, D. MARIANO CHACÓN, D. JOSÉ MARÍA PATIÑO, D. DOMINGO VALENCIA, D. JOSÉ RIVERA, D. FRANCISCO PAMPLONA, D. SALVADOR TORRES y D. FRANCISCO VALENCIA y elevaron a Escritura Pública, según la usanza de aquellos tiempos, el Voto Juramento del Señor del Monte, siendo testigo de Ley D. Nicolás Palos y D. Rafael Ochoa… (Continuará)
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