Por Leticia Trejo
Si están siguiendo esta columna de opinión pueden notar que estuve escribiendo sobre Bienestar Físico en la parte I, después la semana pasada sobre Bienestar Mental en la parte II y esta vez terminamos con Bienestar Espiritual. Dicen en algunas tradiciones que somos como una cebolla, hecha de varias capas y que en el núcleo de estas cubiertas se encuentra el gran regalo del SER. ¿Y por qué el SER es un regalo? Porque el ser es una entidad libre, el ser ya no siente sufrimiento, no tiene apegos, no tiene cargas, simplemente ES, y cuando se llega a ese estado se vive en lo que se conoce como gozo y plenitud, esto es Bienestar Espiritual. Es intangible, pero existe.
Ser espiritual o tener bienestar espiritual no es lo mismo que ser religioso, ya lo afirma el Dalai Lama en una de sus hermosas frases: “Creo que la única religión verdadera consiste en tener un buen corazón”.
Creo firmemente que las capas de cebolla existen en cada uno de nosotros y lo expresó muy bien el famoso Psicólogo Abraham Maslow (1908 New York – Junio 1970 Palo Alto, California) con la Pirámide en donde plantea una jerarquía de la necesidades humanas, sin la cual no podríamos llegar a vivir una espiritualidad auténtica. Su planteamiento, en orden de necesidad era el siguiente:
Necesidades fisiológicas (comida, sexo, sueño, etc.).
Necesidad de seguridad y protección (ingresos económicos, lugar en donde vivir, etc.).
Necesidad de pertenencia (conexión social, familia, amigos, etc.).
Necesidad de estima y reconocimiento (afirmación de su identidad).
Necesidad de autorrealización (trascendencia, resultados positivos a su esfuerzo).
Debido a esta jerarquía es que iniciamos estas columnas con el bienestar físico, es difícil llegar a la autorrealización cuando nuestro cuerpo está enfermo, débil y vulnerable. Lo mismo cuando se trata del bienestar mental que es uno de los grandes obstáculos para la trascendencia; una mente confundida, llena de miedos y dudas no trasciende. Pero ¿por qué deberíamos buscar el bienestar espiritual? Precisamente porque es una de las grandes metas del ser humano y una de las únicas posibles respuestas a las preguntas: ¿qué hago aquí?, ¿cuál es mi propósito en este mundo? Que son preguntas que la gran mayoría de las personas nos hacemos en algún momento de nuestra vida, sobre todo cuando nos sentimos vacíos e incompletos y no tenemos un propósito. También nos lo preguntamos cuando nuestra sed por tener más éxito, más dinero, más parejas, más de todo no nos llena.
El maravilloso libro de Víctor Frankl, “El hombre en busca de sentido”, desentraña muy bien este misterio. Resumiendo entonces qué es el bienestar espiritual podemos afirmar que: SER espiritual es ser auténticamente feliz y capaz de practicar honestamente el altruismo y generosamente la solidaridad, es sentir real compasión por nuestros semejantes y vernos y tratarnos con amor a nosotros mismos y a los demás.
Esta es una excelente época del año para auto observarnos y reconocer cuáles de estas necesidades básicas hemos cubierto, cuáles no y quizás descubrir qué es lo que nos ha impedido hacerlo. Ojalá que podamos atrevernos a ver esas capas de cebolla que no nos dejan llegar al Ser y por lo que no podemos experimentar el Wellness en nuestra vida. (Ver la primera columna publicada el 26 de noviembre de 2021: ¿Qué es el wellness?).
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