El ánima de las tinajas
Cronista: Gabriel Chávez Rameño
En alguna edición de las crónicas en Laguna, escribí sobre un tesoro que se encuentra en el cerro de García, específicamente en un lugar que le llaman “Las Tinajas”. Dicho tesoro, al igual que muchos que se saben, está maldito o encantado, y se debe de hacer un ritual para poder hacerse de él. Para poder llegar a ese lugar, se debe de tomar el camino que lleva a el pueblo de El Sauz, de ahí caminar con rumbo al cerro de García y, al llegar a un arroyo, se toma el camino que va directo al paso de Toscano, donde hay unas peñas. Por cierto, hace unos meses ampliaron el camino para que pudieran pasar automóviles y de ahí surge esta historia.
“Llegué al trabajo y me pidió el patrón que agarrara la maquina porque nos íbamos a ir a El Sauz a chambear. Ya ves que tengo tiempo trabajando la maquina. Bueno, después de subirla al camión, nos fuimos y me dieron las indicaciones del trabajo que iba a realizar. Íbamos a ampliar la calle y a rebanar parte de la peña que está ahí, cerca de “Las Tinajas”. Por cierto que está bien bonito. Bueno, cuando el del camión me dejó, prendí la máquina y empecé a caminar con rumbo a donde iba a ser el trabajo. El compañero del camión se fue y quedé sólo trabajando… Ahí andaba, echándole ganas al trabajo, cuando llegué hasta las peñitas. Ya casi era la hora de comer, así es que seguí trabajando, y al poner la pala en la peña para empezar a tumbarle pedazos, de repente la máquina se paró. Volví a echarla andar y otra vez, y cuando quise poner la pala en la peña, la máquina se volvió a apagar. En ese momento pensé que estaba sobrecalentándose, así es que la deje apagada y me fui a comer… Cuando volví, prendí la máquina y creía que por estar fría había encendido fácilmente, y me puse a trabajar quitando tierra que había en el camino. Me encaminé otra vez hasta la peña, y volvió a pasar lo mismo: la máquina se paró al momento que trate de derrumbar la peña. Empecé a sentir como algo raro. Como si me estuvieran viendo, y nada más me retiraba de la peñita y la maquina seguía jalando sin parar. Volví nuevamente a querer derrumbar la peña y de pronto la pala quedo atorada. La maquina seguía jalando, pero como si la hubieran agarrado y no se movía ni p’arriba ni p’abajo, y en eso empecé a escuchar en la lamina del techo como si estuvieran aventando piedras. Eran golpes muy fuertes, y en eso vi como las piedras revotaban. Me fui en reversa, la pala se aflojó y pude sacar la máquina, pero seguía escuchando como me aventaban piedras. Cuando me retiré un poco, me salí de la máquina y me asomé a ver quiénes eran los que me aventaban las piedras, pero no había nadie. Ya eran como las cinco de la tarde y ya me quería venir a mi casa. En eso llegó el patrón y el chofer del camión, y me preguntaron que por qué tenía la cara de asustado. Les platiqué lo que me había pasado. Me dijeron que no era cierto y me hicieron que prendiera la máquina y volviera a trabajar, que ellos iban a estar ahí y que iban a ver. En eso, cuando me acerqué otra vez a la peña, se volvió a trabar y el patrón y el chofer se quedaron sorprendidos, y cuando retrocedí la máquina y moví la pala p’arriba y p’abajo funcionó muy bien. Volví a intentar, y pasó lo mismo. En eso, volvieron a aventar piedras, y el patrón y el chofer corrieron para ver quiénes eran, y su sorpresa fue mayor cuando no vieron a nadie. Nomás las piedras pegaban en la máquina. En eso, volvieron conmigo, y de pronto se escuchó como si una manada de caballos viniera. Nos subimos a la máquina y no pasó nada. En eso que me dice el patrón:
—¿Sabes qué? Mejor vámonos. Ya mañana le seguimos.
Y nos retiramos del lugar…
Llegamos a El Sauz a tomar un refresco y, platicando ahí, el señor de la tienda nos dijo que eran las ánimas de “las Tinajas” que cuidan un tesoro que está por esos rumbos escondido… Ya el patrón me dijo que abriera el camino por otro lado, y desde ahí ya no me dejó andar sólo. Yo creo que pensaba que si me encontraba el tesoro me iba a ir…”
Así lo platico Arturo R., quien vivió esta experiencia y que sintió lo que muchos cuando las manifestaciones de otros mundos se hacen presentes.
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