La respiración
Por Leticia Trejo.
Bienvenido 2022 con todos sus desafíos y todos sus regalos. Queridos lectores de Semanario Laguna, esta introducción me da entrada para compartirles un comentario que les digo a los alumnos de mis clases de yoga: dale la bienvenida a todas las sensaciones corporales, cómodas e incómodas. Cuando iniciamos el proceso para volver a realizar actividad física, después de muchos años de no hacer nada con formalidad y constancia, es común que nos duela el cuerpo, músculos y articulaciones que hacía años que no recibían la especial atención del autocuidado, no reconocen la actividad y responden manifestando dolor. Otra sensación común es la falta de aire, intentamos seguir la rutina, los 20 minutos en la caminadora o elíptica, la clase de yoga o de spinning, o el partido de tenis; sea cual sea la actividad que elegimos para volver a movernos nos representa un esfuerzo que se siente descomunal ¡y cómo no!, los músculos más importantes para cualquier actividad cotidiana y extraordinaria del día ahora están encogidos, acortados y atrofiados.
A riesgo de hacer este texto demasiado técnico, hay músculos que estamos obligados a conocer, y uno de ellos es el diafragma torácico. Este es el músculo más importante de la respiración, aporta el 75 por ciento de la función total de recibir oxígeno y sacar toxinas y dióxido de carbono del organismo. Así que si tanto tú como yo, creías que eran los pulmones los que merecían toda nuestra atención, ahora tendrás más información sobre cómo ayudar a los pulmones a realizar sus importantes funciones. Para ser más precisa: los pulmones no funcionan sin el trabajo del diafragma torácico. Para que tengas una imagen clara, esta estructura muscular vive dentro de las costillas, tiene forma de champiñón y como si fuera un paracaídas se despliega al inhalar y se pliega al exhalar, esto en toda la circunferencia de la caja torácica, al moverse le da masaje al corazón, a los pulmones, al esófago y la válvula que impide que los jugos (ácidos) gástricos suban hacia tu garganta. Por si eso fuera poco, es el encargado de que tu puedas subir escaleras sin cansarte, o subir una colina sin jadear, además de disminuir o eliminar una de las actividades más incómodas y molestas que tenemos algunas personas: roncar. ¿Y cómo lo hace? Cuando tu aprendes cómo prepararlo, entrenarlo, fortalecerlo, pero también volverlo más elástico.
Uno de los datos estadísticos más alarmantes es que, de toda la capacidad de este relevante músculo la mayoría de las personas solo usamos el dos por ciento. Tiene una capacidad de extensión de diez centímetros, pero el 90 por ciento de las personas tienen un diafragma tan débil y deteriorado que no les es posible lograr su potencia. Si la perspectiva es que diez centímetros de capacidad equivalen a 100 por ciento de vida, entonces dos centímetros sería 80 por ciento de muerte. No quiero ser dramática, pero lo vivo cada vez que entreno o le doy clase a alguna persona que tiene años de no moverse todo y quiero decir todo les es extremadamente difícil. Hay ejercicios especiales para trabajar este músculo y lograr su máxima capacidad, mi consejo más importante dentro de esta columna es que antes de forzarte a realizar actividad física intensa, primero entrenes al diafragma torácico.
Y como regalo extra te doy un dato más importante: la grasa no se quema, el sudor no es grasa, la grasa pasa por un proceso de oxidación que la convierte en vapor y en líquido que sale a través de la orina, las heces fecales y la exhalación. Un diafragma fuerte y elástico va a inhalar una gran cantidad de oxígeno que va a disminuir tus niveles de grasa visceral, que es la grasa que rodea a tus órganos llámese corazón, hígado, riñones, etcétera. Un diafragma fuerte y elástico va a exhalar una gran cantidad de grasa entre otras toxinas. Así que si realmente quieres lograr ponerte en forma toma en cuenta esta información. Hasta la siguiente semana con más consejos wellness.
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