‘Me gusta enseñar a la gente que vale mucho: esa humilde, sencilla’ .- Genaro Reyes Gallardo, artesano
Genaro Reyes Gallardo es originario de San Cristóbal Zapotitlán, lleva 50 años creando artesanías. Foto: María Reynozo.
Por: María del Refugio Reynozo Medina
En sus recuerdos desde los cuatro años, están las canastas de colores que hacía su madre. Genaro Reyes Gallardo es artesano desde los seis años. Una de las primeras artesanías que se hicieron en la población de San Cristóbal Zapotitlán fueron las canastas tejidas en palma, venía al pueblo una troca vieja a vender bultos de palma. A los seis años ya hacía tripilla, trenza y melilla que son unos tejidos para sombreros. Recuerda que, para poder salir a la calle a jugar, antes había que ayudar a tejer la palma. En ese entonces, hace más de 40 años; pagaban a 20 centavos cada canasta de colores.
La precursora de las artesanías en hoja de maíz fue la señora Elenita, una mujer que visitaba el pueblo. Ella trajo una maestra para que enseñara a trabajar la hoja de maíz.
Genaro no fue a las clases, fue su madre Juana Gallardo que empezó a hacer las flores y muñecas. Cuando Genaro las vio le dijo: -ya no vayas, aquí las hacemos-.
Y comenzó a crear sus propios diseños con moldes de flores naturales. Utilizaba cascarones de huevo para formar la redondez de los tulipanes.
La señora que compraba las canastas vio las flores y preguntó de qué estaban hechas. Ella fue su primera clienta; le hizo cada vez más pedidos y creó diseños distintos de flores y muñecas con trajes típicos.
Cuando la señora Elenita las vio, preguntó: -¿quién hace esto?-.
Genaro comenzó a tener fama por sus creaciones; tenía 20 años cuando el INEA (Instituto Nacional para la Educación de Adultos) lo invitó a dar un curso de ocho meses, fue su primera experiencia enseñando. Comenzó con 50 personas inscritas y terminó con más de 100. Sintió una responsabilidad muy grande.
“Me acuerdo, era un lunes, las manos me sudaban, fui a la tienda y tomé dos sedales con una coca”.
En el curso enseñó a crear muñecos portando trajes típicos de estados o países, quinceañeras, novias, payasos y más de 175 modelos de flores.
Vino un segundo curso en el que tuvo 190 asistentes, mientras tanto seguía entregando artesanías a sus clientes fijos de la Ciudad de México, Tijuana y Tonalá. El trabajo de Genaro se llegó a exportar a Sudamérica, Centroamérica, Asia, Estados Unidos y Canadá.
-Algunas veces teníamos el compromiso de llenar contenedores para exportación y trabajamos mucho para entregar los miércoles y viernes-.
-Todo lo que recolectaba, me compraban, palos secos, ramas, pasto seco, hasta grama-. Se internaba en el cerro para buscar naturalezas muertas de diversas formas y fibras, cuyo destino fue Argentina, Colombia y hasta China. Su abuela le enseñó a obtener colores brillantes con anilinas.
A través de una de sus clientas, una persona cercana al gobernador del estado de Guerrero fue invitado a trabajar en un proyecto de enseñanza en comunidades de aquel estado, Genaro y siete personas más invitadas por él, fueron contratadas por el Gobierno de Guerrero inicialmente por tres meses, que se convirtieron en cuatro años, en los que al final permaneció solamente Genaro.
En una de las juntas un coordinador les dijo:
-Van a entrar a una región peligrosa y deben decidir si se quedan o se van-.
Genaro continuó su trabajo en las comunidades como instructor en los municipios de Tecpan, Arcelia, Tlapehuala, Pungarabato.
Se convirtió además en el decorador oficial de los acontecimientos sociales del gobernador; eventos de la Cruz Roja, visitas del entonces presidente de la República Enrique Peña Nieto, embajadores, gobernadores de estados. La esposa del gobernador lo presentaba siempre como su artesano estrella.
A él no le gustaba porque lo hacía sentir demasiado compromiso.
Además de Genaro, el Gobierno de Guerrero tenía 27 artesanos más, especialistas en diversas expresiones. En una ocasión, fueron convocados para recibir un estímulo económico para los más destacados. La sesión comenzó con la entrega al tercer lugar, recuerda que la esposa del gobernador le dijo a aquel artesano: -Trabajas precioso, pero te falta humildad con la gente-.
Genaro se llevó el primer lugar. Aunque sus paisanos que llevaba de invitados no le aplaudieron, tuvo el reconocimiento del resto y de las autoridades que estuvieron siempre muy complacidas con sus creaciones.
Un episodio que recuerda aún con nerviosismo es el de una tarde que se trasladó a una de las comunidades para impartir el curso. Iba en el autobús y al bajar en el poblado, observó mucha gente; le parecieron demasiadas para estar esperando el camión. Pero una vez que el autobús se detuvo y descendió de él, una voz le gritó:
-¡Maestro, bienvenido!-. Le colocaron un collar de cempasúchil y caminaron a su lado hacia la presidencia donde ya estaba instalado un escenario para el recibimiento del artesano de Jalisco. Ahí ante la mirada de cerca de un centenar de asistentes, la esposa del gobernador lo presentó.
-Hemos traído un artesano que es por sobre todo, una persona sencilla con la gente-.
-¡Qué vergüenza!- expresa y aún se sonroja al recordar.
“Fue tan bonito poder enseñar a personas que en realidad lo necesitan”, en esas tierras dice, hay gente que sobrevive con 400 pesos a la semana y aun así le invitaban su pan a veces sin tenerlo.
En su transitar por los municipios de Guerrero, Genaro no sólo enseñó a moldear la hoja de maíz, sino papel barnizado, encerado y artesanías con plumas.
Alguna vez le preguntaron si sintió miedo de estar en aquellas comunidades apartadas; pero este artesano solo piensa en la gente que enseñó y con ello pudieron llevar un ingreso más a sus hogares.
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