Pobrecito de nuestro Lago de Chapala, pobrecitos de nosotros
A unos metros de la orilla del lago se construye lo que será un colector de aguas negras, los trabajos comenzaron desde noviembre de 2022 según los vecinos. Foto: María del Refugio Reynozo.
Por: María del Refugio Reynozo Medina
Mi amigo Héctor del Muro que en gloria esté, decía que el Lago de Chapala no es hombre, es mujer -es laguna- decía. Es una mujer que se renueva, que resiste, que da vida y protege a los habitantes de esta Ribera. La abuela de Antonio López Vega, pintor de Ajijic, le contó de niño la historia de la Michicihualli, la deidad del lago, la mujer guardiana y protectora de las aguas.
Cuando niños, mis hermanos y yo al salir de clases solíamos bañarnos en sus aguas, nuestros abuelos también la llamaban la laguna y los que nacieron por los años de 1917 contaban que tomaban de sus aguas, luego de ir a recolectarla en cántaros de barro. Bastaron cien años para que la especie humana convirtiera en amenaza las aguas que representaron vida.
Hoy por la calle Labastida de San Cristóbal Zapotitlán, corre un río pestilente. A unos metros de la orilla del Lago de Chapala se ha formado un surco forrado de una nata grisácea por el paso incesante de aguas residuales que brotan del suelo como una fuente que despiadadamente desemboca en el antes cristalino vaso lacustre.
Ahí también a metros de la orilla hay una construcción a medio terminar que según algunos informantes es un colector que en un futuro no sé si cercano o lejano, conducirá las aguas negras hacia la planta tratadora. Los trabajos según los vecinos comenzaron desde noviembre y nadie sabe cuándo se culminarán. Algunos dicen que hace mucho no ven trabajadores.
Mientras tanto, encontramos ahí un hoyo profundo por donde han llegado a caer perros que merodean por el lugar y que se convierte en zona de riesgo para quienes piensan caminar por ese sitio.
Unos metros adelante se encuentra un registro cuya función parece haber desaparecido, la tapa está tirada y las aguas al borde. Así pasan las horas, los días mientras se obliga a tragar interminablemente las bocanadas de aguas negras al majestuoso Lago de Chapala.
Será que en los próximos años o décadas el lago se convertirá en un espejo pestilente ante la irresponsabilidad de algunos ciudadanos y la negligencia de las autoridades, aunque por ahora algunas constructoras o restaurantes hablen convincentemente de “vista panorámica al Lago de Chapala”.
San Cristóbal se ha convertido en un lugar de calles donde ríos de agua sucia y negra, se derraman volviendo nauseabundo el paisaje. Y también un lugar donde pululan fugas de agua potable que hacen brotar de los empedrados, los chorros a veces cristalinos a veces blancos. Resiste Michicihualli.
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